Cada vez más asentado en el panorama musical, y con una exitosa gira por España a la espalda de la mano de Elegant pain. Así llega Zetazen esta noche a la sala Bunker, donde compartirá la mezcolanza de ritmos rap, trap y R&B que le caracterizan. Seguro de que el público le sigue por quién es y no por un estilo, el rapero no se impone límites frente al folio en blanco, ante el que elude las fronteras de los géneros para hablar de resistencia y dolor. Sus rimas enérgicas se podrán oír hoy en A Coruña a partir de las 21.30 h., como parte de los Escenarios Vibra Mahou.

La tristeza y la necesidad de superarla son temas recurrentes desde sus primeros trabajos, ¿para escribir hay que sufrir?

No necesariamente. Tengo la sensación de que quizá alguien que escuche Elegant pain tiene que pensar que soy hipersensible o una persona muy intensa, pero en absoluto. Lo que ocurre es que cuando estoy más pensativo es cuando se me da por escribir las canciones, pero todas tienen luz al fondo. No tienen una moraleja negativa, sino positiva y de buena energía.

Dice en Seguir que la música le hace libre, ¿no ata también?

Todo el trabajo que gira alrededor de la música sí que puede atar, como las necesidades económicas, las productoras? Pero la música en sí a mí me hace libre totalmente. Y más en un punto en el que no trabajo para nadie. Si en el momento en el que estoy componiendo escribo puramente lo que me apetece transmitir? Yo creo que eso es ser absolutamente libre.

Se lo preguntaba por menciones, como las que hace en su tema Chin chin, a ese precio de la fama?

El precio de la fama depende de cada uno, supongo. Yo lo vinculo mucho con el dinero que, en muchos casos, trae el éxito. El dinero puede corromper a una persona más que el hecho de que sea reconocida.

Usted lleva peleando por ese reconocimiento desde muy pequeño. A los 16 años ya estaba sobre un escenario.

Sí. A mí me gustaba más componer que cantar, pero a los 15 grabé algunas cosillas, y a los 16 ya di mi primer concierto. Y fue lamentable [risas]. Estaba ilusionado, pero lo pasé fatal, con unos nervios? En realidad, hasta hace poco, para mí los conciertos eran como un trámite, no era lo que más me gustaba de la música. Ahora le hemos dado la vuelta a la tortilla, y me encantan.

¿Ya ha superado esas inseguridades de los inicios?

Sí. Al final, cuando tienes una imagen pública, trabajar tu puesta en escena y tu modo de desenvolverte es trabajar también tu autoestima. He sido consciente de ello, y he notado mucho cambio en mí. Ya no solo en la música, sino en todo.

De su último trabajo, Elegant pain, ha dicho que representa una actitud. ¿El hip hop sigue teniendo mucho de apariencia?

Puede ser. A mí me suelen decir mucho que para ser artista soy una persona demasiado normal. En el sentido de que no tener esa actitud estereotipada. Pero en escena sí que me transformo un poco. Hombre, no salgo al escenario como me bajo al bar a tomarme unas cervezas [se ríe].

¿Y cómo ha recibido el público el giro musical que han experimentado en los últimos tiempos sus melodías?

Ha sido tan lento que siempre he pensado que la gente no se daba cuenta. Pero miro dos años atrás y a día de hoy musicalmente sí que ha cambiado mi estilo, y más está cambiando. Creo que tengo la suerte de tener un público muy poco acomplejado, y que tampoco se cierra a un estilo muy concreto. Porque yo empecé haciendo rap, y hace mucho tiempo que lo he dejado. A veces hacemos acústicos, cosas más trap, empecé a usar autotune? Y nunca he escuchado críticas.

¿Su música está en un momento de apertura?

Totalmente. Creo que me encuentro en mi mejor momento creativo. Tengo cosas que sacar, que aún están escondidas en el cajón, y que abren más aún ese nuevo estilo. El 5 de abril saco el primer adelanto de un trabajo que saldrá en junio. Llevo meses sin sacar nada, pero ahora sí que voy a estar más activo.