La madre de Carlota Viñas es sorda y comprobar una y otra vez que no puede ir a muchos sitios sin alguien que haga de intérprete le pareció un buen punto de partida para iniciar un proyecto de futuro. Trepariscos es una de las ideas que, ayer, participó en la jornada que cierra el programa municipal Inicia, que se desarrolla en siete centros de la ciudad que imparten ciclos formativos o Educación Secundaria. Todos los participantes diseñan en grupo un proyecto de empresa y, después, la exponen en el Fórum Metropolitano, en una jornada en la que comparten sus experiencias y en la que aprenden de los que les precedieron.

El Concello concede premios a los mejores proyectos, de modo que los ganadores se pueden beneficiar de seis meses de estancia gratuita en las instalaciones del vivero municipal de empresas del Papagayo.

La idea de Trepariscos parte de la base de la integración, así que, su proyecto se centra en las escuelas infantiles, en que los pequeños de 0 a tres años, oigan o no, aprendan lenguaje de signos para poder comunicarse con sus compañeros. "La inclusión se consigue si, desde edades tempranas, adquieren la doble capacidad, los oyentes aprenden lengua de signos y los sordos pueden desarrollar el habla", explica Carlota Viñas. En su puesto, había ayer un juego para aprender a decir las letras con las manos e instrucciones para comunicarse con personas sordas a pesar de no saber su lenguaje. "No taparse la boca, no dar la espalda, no hablar en la oscuridad y, sobre todo, no gritar", comentan Carlota Viñas y su compañera Lucía Neira, del CPR López y Vicuña.

La familia de Sandra Carballido es apicultor y la hermana de su compañero Iván Vilas es alérgica a las abejas, así que, cuando decidieron con Lara Varela y Candela Ruzo poner en marcha un proyecto de empresa, lo tuvieron claro, su objetivo serían las velutinas. Ellos hacen sus propias trampas, "con zumo de arándanos, cerveza, esencia de camelia y otros ingredientes" que solo le resultan atractivos solo a las velutinas y no matan a las abejas ni a otros insectos, según explican desde Vesvelú. Ya tienen todo pensado, desde los precios de las recargas de las trampas, de aproximadamente dos euros, hasta la tarifa del servicio completo, que incluye no solo la colocación de los cebos sino también la eliminación del nido y la localización de los ejemplares que se quedan cuando la reina muere, que asciende a 30 euros. Están en pleno proceso de investigación para mejorar la fórmula y también de diseño de trampas "más estéticas" para colgar en ciudades. Vesvelú es un proyecto nacido en el ciclo de Gestión Administrativa del CPR Nebrija que, ayer, resultó premiado junto con otro de la escuela de Imaxe e Son basado en videojuegos y Alarm Baby, para no dejar a los bebés en el coche.

Los creadores de Moblepet decidieron unir el diseño con una necesidad que veían que tenían en sus casas, la de encontrar un lugar para sus mascotas, por lo que le dieron una vuelta a sus muebles y los adaptaron para camuflar areneros y bebederos. "La idea es hacerlo con maderas nobles y acabados naturales y, también, adaptar muebles que ya tienen los clientes en casa para que sean más útiles y más funcionales", explica Jéssica, una de las creadoras de la firma, junto a Brais Ares y David Tobío, que son alumnos de Deseño e Amoblamento, en el CIFP de Someso.

En el IES Calvo Sotelo, Diego Seoane, Juan Álvarez y Luca Gómez, crearon Trèpalé, una carpintería especializada en la construcción de muebles, objetos de decoración, juguetes y menaje de cocina a partir de los palés que las empresas descartan. "Pensamos que ganamos todos, las empresas porque se deshacen de ese material que ya no quieren, nosotros, que podemos darle una segunda vida a esa madera y el medio ambiente", explican. Su idea se complementa con talleres para que las personas aficionadas al bricolaje puedan aprender a hacer desde una cuchara o un tenedor a una mesita de café o un perchero. Apuestan por un "buen diseño y acabados finos" para un material que, actualmente, se puede ver abandonado en los polígonos industriales.

En el IES Calvo Sotelo nació también Electro Gym, una manera de aprovechar la energía de las cintas y las bicicletas estáticas para convertirla en luz o para calentar agua. Esta idea está pensada para gimnasios, pero también para hogares en los que se pueda pedalear para, por ejemplo, cargar el teléfono móvil. La idea les surgió a Alejandro Rey, Cristóbal Pensado y David Peña viendo las máquinas de los gimnasios, aunque estudian ahora también extender el modelo a parques biosaludables y centros de mayores, en los que los usuarios hacen ejercicio. La bicicleta cuenta con un sistema de baterías, que acumula la energía producida y también con unos alternadores que convierten esa energía en corriente eléctrica. Aseguran que este sistema rebaja la factura de luz de un gimnasio en un 80% y en un 23% la de una casa.

Tras Coffee Bike están Sandra García y María González. Son madres y alumnas del CPR Afundación. Su idea es poner en marcha una empresa de café para llevar y desayunos para empresas, con bizcochos y galletas caseros „con productos ecológicos„ que tenga su sede física en la plaza de Lugo, pero que pueda dar servicio más allá de este enclave. "Nuestro logo es una bicicleta, porque la entrega la haríamos en ella", explican. Prevén vender el café a 1,30 euros y crear paquetes para que las empresas puedan contratar sus servicios. "Estamos muy preocupadas por la nutrición y por el medio ambiente, así que, los ingredientes que usamos son todos naturales y ecológicos", comentan.