Al cumplir los 65 años, al médico analista del Hospital Javier Peteiro le ofrecieron aparcar la jubilación por un año, prorrogable a dos. Y aceptó. Aún no sabe si,en caso de que el Sergas aumente este período, seguirá con su actividad diaria en el Materno Infantil. "Lo acepté como período de transicional, como un tiempo de despedida", explica y añade que el hábito y la costumbre motivan también su decisión: "Hay una inercia de muchos años y eso pesa bastante". Además, el sistema de renovar el aplazamiento año por año le parece óptimo y explica lo que le supone ahora mismo, con respecto a otras épocas, en su vida: "El valor que tiene ahora un año no es el que tenía con 20 o 30 años, pasa muy rápido".

Desde su visión positiva de ir cada día a su puesto de trabajo, como desde hace más de cuatro décadas, también observa las consecuencias de los compañeros o conocidos que se retiran: "Veo que compañeros que se jubilan se deterioran o enferman". Y tampoco está de acuerdo con esa opinión de dejar de trabajar como un período placentero. "La jubilación es traumática. Eso de que viene de la palabra júbilo es un cuento chino".

Peteiro comparte que trabajos "duros", como los relacionados con el mar o en una mina, requieran de un descanso para la persona que los ejerce, pero no opina que la situación deba ser igual para otro tipo de profesionales. "Nuestro trabajo es asumible y enriquecedor. Cortar de raíz es un cierto trauma porque la expectativa es la muerte", subraya, de manera tajante. No está nada de acuerdo con el sistema que marca una edad exacta para dejar de trabajar y considera que se pierde conocimiento adquirido, que no se comunica. "En medicina, no hay un esfuerzo físico y la experiencia que acumulas es bastante interesante", señala. La transmisión a las nuevas generaciones de trabajadores, dice, debería estar incluida en la normativa de la jubilación en España.

Es justamente, comenta, lo que pasó en el Sergas. Antes de la crisis, los médicos se retiraban a los 70 años, tal como, apunta, firmó él en su contrato, pero con la recesión económica se bajó a 65. Según él, la decisión fue "un disparate". "Los hospitales tenían plantillas sin generaciones intermedias y hubo mucho descoloque en algunas especialidades", apunta, por lo que ahora se ofrecen las prórrogas de trabajo a las que él se ha acogido.

"Tendría que estar mejor planteado pero ahora mismo es así", lamenta el médico, que aconseja mantener ciertos hábitos una vez se abandone el puesto de trabajo. "Hay que buscar actividades vitales que permitan encauzar tus intereses", apuesta el médico, como manera de mantener activo el cuerpo y la mente.

Aunque no se plantea el momento de colgar la bata blanca, el doctor ya desarrolla, fuera de su horario laboral, una afición durante largas horas: "La medicina la compagino con escritura, hago ensayos, he publicado dos libros y mantengo un blog. Es un divertimento". Al hacerlo ya durante el período activo, Peteiro mantendrá esta práctica cuando se jubile y ya tiene en mente incluso una idea concreta para un texto, aún sin forma. "Llevo 43 años trabajando en un hospital y es un período en que la medicina no se reconoce a sí misma. Hay un posible ensayo desde mi perspectiva, como observador participante de cómo cambia todo", relata.