Trece años de voluntaria de la Cruz Roja han servido a Fina Dopico para ver el lado positivo de las cosas. "Recuerdo que estaba pasando un mal momento por cosas de la vida y tenía que distraerme con algo. Vine a Cruz Roja y dije 'creo que puedo ayudar'. Pero me encontré una gran sorpresa porque no ayudé yo, me ayudaron a mí", explica la voluntaria, que asegura que tuvo la "suerte de dar con una responsable de proyecto" que supo entenderla a la "perfección".

Por casualidades de la vida, cuando Fina Dopico entró en Cruz Roja lo hicieron otras dos mujeres en una situación similar. "Tuve suerte y nos hicimos muy amiga. A día de hoy quedamos juntas", detalla. Empezó en la Cruz Roja con ayuda a domicilio complementaria para "acompañar a estas personas al médico, al juzgado o simplemente estar con ellas". Ahora está inmersa en un proyecto de familias de acogida. "Y también en recogida de alimentos y juguetes", apura a contestar.

Dopico pretendía poner su "granito de arena", pero a cambio consiguió muchas más cosas. "He mejorado en todo. En carácter, me hizo mucho más fuerte y tuve que comprender que hay otras personas en situaciones mucho peores que la mía", señala, y añade que "no hay que ser ambiciosos sino que hay que pensar que hay mucha gente que necesita otras cosas".

Como premio, además de su mejora personal, Fina recibe "el agradecimiento de la gente", algo que la llena mucho. Cree, además, que es "necesario" visibilizar la labor que diariamente hace Cruz Roja. "A esas personas les diría que se hagan voluntarios para saber lo que es Cruz Roja. Aquí no solo hay peticiones, hay mucho más siempre que se entre con ganas de trabajar. Yo no pensé que había tanta labor", dice.

Además de ayudar, Fina Dopico participa en las clases de gimnasia, en las que se relaciona con otros compañeros. "Es importantísimo tener la mente distraída", destaca, y asegura que aunque "acabe" su etapa como voluntaria, seguirá en la Cruz Roja "como usuaria". "Lo tengo claro", sentencia.