El distrito 4, que engloba Os Mallos, Sagrada Familia o Vioño, es el que registra el mayor índice de envejecimiento de A Coruña, con 206 personas mayores de 65 años por cada menor de 16 años. En los últimos datos del Instituto Galego de Estatística (IGE) desglosados por zonas de la ciudad, este barrio es el que ofrece un dato más abultado, seguido, con 202, del Agra do Orzán, calle Barcelona y O Peruleiro. En el lado opuesto se encuentra el distrito de Novo Mesoiro, Feáns o A Zapateira, que solo tiene 24 jubilados por cada niño de menos de 16 años.

Al margen de esta última, el resto de cifras del ranking superan los 100 mayores de 65 años rankingpor cada menor. El siguiente con menor brecha intergeneracional es As Xubias, Eirís y Palavea, con 102 personas como índice de envejecimiento y, detrás de este distrito, se coloca el número 5, que engloba Riazor, Labañou u Os Rosales, con 112, y la zona de Bens, Nostián o A Silva, con 123.

Entre los que se sitúa en el listado del INE, de 2017, en los puestos más altos y, por tanto, más envejecidos, tras los dos primeros, son Ciudad Vieja, con 200 personas mayores de 65 años por cada menor de 16; y El Ensanche, con 190, mientras que Os Castros y O Castrillón y la zona que abarca Monte Alto, Adormideras o Zalaeta se quedan en un índice de 161 y 162.

La media global de la ciudad, en el dato actualizado de 2018, mantiene en 146 la cifra entre todos los barrios y marca en un 24% de la población las personas con más de 65 años, uno de cada cuatro, con un crecimiento del 20% en la última década.

Ante estas cifras, el profesor de Sociología Francisco Haz explica que el coste de los pisos, sobre todo en la zona más céntrica de la ciudad, y la falta de buenos servicios para los padres trabajadores han provocado esta situación de envejecimiento de la población coruñesa, que urge a "revertir". "El precio de la vivienda se ha encarecido mucho y en los barrios clásicos hay muchos mayores porque son propietarios", relata el doctor, que apuesta por tomar "medidas concretas" con respecto a la natalidad para evitar la emigración de los jóvenes o para fomentar que se eleve el número de bebés en la ciudad.

Aunque el IGE registra un aumento en el número de menores de 20 años en la última década, esta es solo de un 1%: del 15,08% del total que se contabilizaba en 2008 pasa al 16,44%. Sigue siendo, en todos estos años, el sector poblacional más pequeño que hay en la ciudad.

"El problema no se soluciona solo con hijos sino manteniendo el nivel de vida. No hay que preocuparse solo de la natalidad sino de los estándares de vida para mantener población", subraya el sociólogo, que considera que si los padres ven que en la ciudad no hay, por ejemplo, escuelas infantiles "se irán donde las tengan".

Considera que la "humanización" de las ciudades, con respecto a la accesibilidad o la comodidad de la ciudadanía para utilizar los espacios públicos, es una tendencia a nivel europeo, pero también es una manera de que las urbes se "adapten" a las personas mayores. Pero alerta de que estos necesitan, ante el aumento de la esperanza de vida, prestaciones específicas. "Si no hay rejuvenecimiento, serán necesarios más servicios para personas mayores y, como consecuencia, no se invertirá, o no tanto, en los niños", alerta Haz.

"La ciudad está en una situación de estancamiento desde hace tiempo, que se notaba menos al principio de la crisis", remarca el profesor universitario, por lo que apremia a un "empuje", a una "regeneración poblacional". Y es que la inmigración, que en lugares como Levante o Madrid aumentan la natalidad, en A Coruña no tiene ese perfil. Antes, relata Haz, sí que se instalaban familias "completas" suramericanas de origen gallego, pero ahora suelen ser hombres africanos o mujeres de países latinos pero que no suelen buscar crear una familia en este lugar. La emigración cercana, la de jóvenes coruñeses que buscaban casas más baratas en la comarca, dice el sociólogo, también se frenó: "La tendencia es igual en los municipios del entorno. Ya no surgen nuevos barrios".

"Fomentar la natalidad no es dar un cheque bebé, es fomentar la conciliación porque los padres trabajan y necesitan tener tiempo suficiente para compensar su vida laboral y la familiar", remarca el experto, que cree que la "voluntad política" es lo único que puede hacer que la ciudad logre contener el crecimiento en el envejecimiento de su población y la emigración de aquellos jóvenes que pueden tener hijos en el futuro cercano.