El Consorcio de Turismo ha encargado hasta tres estudios en los dos últimos años sobre el nivel de radón en la torre de Hércules. En los dos primeros, a falta de los resultados del último, los niveles están por encima de los 300 becquerelios por metro cúbico de aire que recomienda la Organización Mundial de la Salud. Esto no afecta al visitante esporádico pero la normativa obliga a actuar en lugares de trabajo a partir de determinadas concentraciones del gas. El Consorcio de Turismo asegura que hay un protocolo en marcha y que rotan a la plantilla por diferentes estancias. Los trabajadores han requerido a los responsables municipales que se establezcan soluciones técnicas para la situación en el faro, cuya implantación está condicionada por la protección que tiene como monumento.

El suelo sobre el que se levanta, su composición, su estructura y las dificultades de ventilación elevan la cantidad de radón, que se produce de forma natural, en el aire de la torre. Los índices más altos se detectaron en el segundo piso, fruto de un efecto chimenea. Algunas mediciones dieron picos de entre 900 y 3.000 becquerelios por metro cúbico.

El radón es un gas inodoro e incoloro que se concentra en zonas de alto contenido granítico, sobre todo en el subsuelo, desde donde se introduce en el interior de los edificios. La Unión Europea sitúa los límites para actuar en lugares de trabajo está entre 500 y 1.000, a concretar por cada Estado miembro. El Consejo de Seguridad Nuclear pone el límite en 1.000 para lugares de baja permanencia y en 400 para lugares de alta permanencia. Según la normativa, lo que supere estos límites requiere "un nivel alto de control". Los trabajadores habituales del faro son nueve, doce durante la temporada alta de turismo, como será ahora en Semana Santa.

El Laboratorio de Radón de la universidad compostelana realizó las primeras mediciones entre julio y octubre de 2017. Desde entonces, se han encargado otros dos informes más. El último está en manos del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y, según explica el Consorcio de Turismo, aún se esperan por sus resultados.

Uno de los problemas en la torre es que las medidas que se podrían implantar en otro tipo de construcciones tienen dificultades para aplicarse en un edificio que es patrimonio mundial, cuyas intervenciones están prácticamente limitadas a la rehabilitación y la conservación. Trabajadores demandan que se encuentren soluciones técnicas adaptadas. Ahora mismo, el monumento ni se puede ventilar debido a un sistema de bloqueo que existe en las ventanas para evitar los envites de los fenómenos meteorológicos adversos que suele sufrir el faro y que no se puede manipular de manera cotidiana.

El Consocio de Turismo relata, a preguntas de este periódico, que tiene en marcha un protocolo de prevención de los efectos del radón, que incluye las recomendaciones de la Universidad de Santiago, "avaladas también por el CSIC", y que contempla "una adecuada ventilación de los espacios de trabajo, medida a la que se le añadió la decisión de hacer turnos rotatorios de trabajo en las distintas estancias". Los responsables de la entidad dependiente del Ayuntamiento señalan que desde hace un año se han tomado medidas de "detección y control" de los índices de radón y que en este momento están esperando por los informes del último estudio del CSIC.

El cambio de presupuesto, en fase de alegaciones hasta el jueves, incluye una partida de 50.000 euros para actuaciones en edificios municipales para controlar las concentraciones de radón por encima de los índices recomendados. Tras la fase de análisis, respondía en enero el Concello, quedarán por definir las medidas que se adoptarán en ellos.

En otras dependencias expuestas, como el castillo de San Antón, el Concello reubicó en San Antón al personal más expuesto e instó a su personal a no permanecer durante "tiempos prolongados" en las estancias con m´´as radón concentrado. En octubre de 2017, el Instituto Nacional de la Seguridad Social declaró "accidente laboral" por exposición al radón la incapacidad de ex director del museo arqueológico, José María Bello, por un cáncer, tras ocupar un despacho con exceso de radiación entre 1996 y 2010.

Las mediciones que realizó en la ciudad la empresa Inteko para elaborar el mapa gallego del radón sitúa en A Zapateira y la Ciudad Vieja las zonas con mayor concentración del gas. Los niveles de A Zapateira están entre los cuatro mil y cinco mil becquerelios y en la Ciudad Vieja rondan los 3.000.