Lleva 37 años como agente del 092 y el Día de la Policía, en mayo, recibirá el homenaje del Concello y de sus compañeros. Una distinción por toda su trayectoria, que volvería a repetir sin dudarlo.

¿Por qué se hizo policia?

Me gustaba de pequeño. Mi hermano ya era policía nacional cuando entré, mi cuñado era guardia civil... Lo llevábamos todos en el ADN. Mi padre era funcionario del Ayuntamiento, conserje de un colegio, pero siempre vi a los policías en la calle y me gustaba. Le coges cariño. Si volviera a tener que empezar mi vida, volvería a ser policía local, porque me encanta.

¿Cuándo entró en el 092?

Empecé en el año 1982, con el Mundial del Fútbol. El primer servicio que hice fue ir en la zona del estadio de Riazor a regular el tráfico, ya que estaba en obras con los preparativos.

¿Cómo ha evolucionado la Policía Local en casi cuatro décadas de trabajo?

Hay cambios muy fuertes. Cuando entramos, el tráfico era casi la competencia exclusiva que teníamos y un poco las ordenanzas. Con el tiempo nos metimos con temas de seguridad y de otro tipo, sobre todo porque se incrementaron los efectivos y los medios y también la preparación de los propios policías. Cuando entramos teníamos niveles educativos muy bajos y una preparación muy básica. Con los años se creó una academia de policía en la ciudad, en el año 1985, y a partir de ahí comenzamos a hacer cursos preparatorios y de reciclaje para todo tipo de actividades: drogas, delincuencia, derecho penal?

Con los años fue ganando rango en la escala del cuerpo.

Las denominaciones, desde que entré yo, también cambiaron. Antes éramos guardias municipales, ni siquiera policías. En el año 1987 salen las primeras plazas para oficial, había cinco y quedé primero en el examen. A raíz de ahí, en el 92 ascendí a sargento y después en el 2011 ascendí a inspector principal. Dentro de mi categoría es el máximo.

¿Qué supone su puesto?

Llevo una unidad y tengo, a mi cargo, sobre cien policías. Llevamos la sala del 092, los puestos de vigilancia de ayuntamiento o de edificios municipales.

¿Cuál ha sido su peor momento en toda su trayectoria?

Cuando en el estadio de Riazor, en los 90, hubo un incendio en el ambigú. Un compañero y yo habíamos desalojado a la gente y, cuando fuimos a comprobar si quedaba alguien, explotó una bombona. Me lanzó por el aire unos 15 metros y me quemó toda la cara. Pasé un momento de mucha angustia porque no encontraba a mi compañero y había una caja de bocadillos quemada y pensé que era él.

¿Y el mejor?

En un incendio en Riego de Agua, esquina con La Marina, cuando conseguimos sacar a toda la gente sin que hubiera daños. Era un domingo y empezó a arder de manera muy violenta y estuvimos allí 24 horas seguidas.

¿Cómo ve la distinción?

Estoy muy contento porque he estado en todos lados. Fui jefe de la unidad de caballos, motorista... casi he pasado por toda las partes del 092, siempre en la calle.