Mick Jagger y LeBron James. Bob Dylan y Abdul Jabbar, o el grupo de rock de los Red Hot Chilli Peppers. Además de su fama, y la destreza a la hora de llevar a cabo su trabajo, parecen pocas las cosas que unen a estas estrellas. El músico, exjugador de baloncesto y ahora también escritor Sabín Fernández ha encontrado, sin embargo, un hilo invisible que las vincula. Es su pasión compartida por la cancha y los escenarios, una inclinación que ha llevado a muchos grandes del deporte y de la música a dejar su huella tanto en una como en otra disciplina.

En Bailando sobre el parqué. El apasionante partido Baloncesto vs Música, el autor ha querido reunir varias de estas coincidencias, que expondrá este sábado en FNAC (19.00 horas). El antiguo jugador de la NBA y fanático de la música, Raül López, es el responsable del prólogo del libro, al que pone el broche un epílogo de Loquillo, que jugó al baloncesto durante la década de los 80. Entre una y otra narración, se agolpan nombres como Prince, Pearl Jam, Dirk Nowitzki o Michael Jordan. Desfilan agrupados en cuatro secciones, al modo de los cuartos de un partido de basket, un guiño más de Fernández a la cercanía entre balones y partituras.

"Reconozco que de primeras parece extravagante unir esas dos disciplinas, pero en mi cabeza siempre han estado fusionadas", dice el escritor, que vivió en primera persona esa dualidad de aficiones. Desde los 6 años, y hasta los 30, fue un enamorado del baloncesto, que practicó en las categorías inferiores del ya desaparecido OAR Ferrol. También a una edad temprana le llegó la pasión por la música en proyectos como Quant, del que le viene el mote con el que ahora firma su relato.

Bajo el nombre artístico de Oscar Quant, Fernández ha enterrado la nariz en Internet y viejas revistas de baloncesto para rescatar pasados como el de Mick Jagger, al que su padre "obligó a jugar al baloncesto" tras una subvención del gobierno británico para tratar de popularizar el deporte en el país. El caso del cantante de The Rolling Stones fue uno de los que más sorprendió al músico, que recupera también la faceta de Prince como máximo anotador de su instituto, el fanatismo de Woody Allen por los New York Knicks, o la otra cara del pívot de la NBA Wayman Tisdale, que ha desarrollado una exitosa carrera en el jazz. Ayudado de proyecciones, y de los temas sobre baloncesto que compone para su grupo SkyhookS, el autor ilustrará en la ciudad una selección de estos ejemplos, que demuestran que siempre hay un camino entre una profesión y otra.