Hay jóvenes que a pesar de haber recorrido un corto camino, ya buscan una segunda oportunidad. La clave para empezar una nueva vida está en el entorno y por ello la asociación Arela ha creado el programa Convive.comigo, con el que busca a familias dispuestas a acoger a adolescentes que tienen que cumplir una medida judicial. "El proyecto piloto se inició en 2017 en A Coruña y hemos conseguido implantarlo en Pontevedra. Queremos crear un banco de familias con sensibilidad para la adolescencia", cuenta una de las encargadas de la iniciativa, Eva Piñeiro.

Las medidas judiciales a las que se enfrentan estos jóvenes les obligan a convivir con otra familia para que cuenten con un entorno en el que aprender y modificar aquellas conductas que fueron motivo de denuncia. Piñeiro asegura que se persigue una "convivencia enriquecedora" que ayude tanto al adolescente como a la familia, que "debe implicarse en su evolución".

La búsqueda de estas personas voluntarias es una tarea "complicada", según revela la trabajadora de Arela. "Nos cuesta llegar a las familias y, además, nos parece que hay que conocer mucho la realidad para ver si realmente son aptas para esta labor", reconoce.

Las familias que quieran formar parte de una iniciativa tienen que pasar por una serie de entrevistas, cuestionarios, visitas y formaciones para llegar a comprender a estos jóvenes y saber ayudarlos. "Intentamos resolver todas las dudas, explicar el programa detalladamente y enseñarles a resolver conflictos o situaciones. En resumen, ponerles en contexto de lo que van a vivir", explica Piñeiro, quien entiende que es una labor importante porque "se ayuda a reconducir la situación que llevó al adolescente al Juzgado de Menores".

Arela apuesta por el lema de "cuantos más, mejor", con el que anima a las familias a unirse a esta aventura. "Queremos tener un banco grande de personas dispuestas a acoger a estos jóvenes porque, además, creemos que es importante que sigan integrados en su núcleo", dice Eva Piñeiro, que recurre a un ejemplo para explicar esta demanda: "Se puede dar que haya un joven de Padrón que tenga que cumplir esta medida judicial de convivencia, así que sería bueno contar con una familia de Padrón para que no tenga que distanciarse de su entorno". Además, el joven "mantiene el contacto con su familia de origen durante el fin de semana" para que vaya poniendo a prueba su nueva conducta.

Aunque depende de la medida judicial, las estancias suelen ser de entre seis meses y un año porque, según la trabajadora de Arela, es el "tiempo necesario para que el adolescente interiorice sus nuevos hábitos y cambie aquello que le llevó a estar en esta situación". Lo importante es "tener un ambiente positivo".