Las apuestas deportivas fueron protagonistas de la vida de Santiago Caamaño desde los 14 a los 22 años. Ahora tiene 25 y ya está limpio. Ha dejado el juego fuera de su rutina y se dedica a contar su historia para concienciar a otros con el mismo problema.

Sin embargo, en un principio, le costó ver lo que estaba pasando. "Pedí ayuda pero para solventar la deuda que tenía, no la adicción", recuerda. Pero todo cambió cuando llegó a Agalure. "Hice terapias grupales y me sentí identificado con otras personas. Entonces pensé 'a lo mejor está pasando algo'", explica este joven que tuvo hasta cuatro recaídas "por no hacer las cosas bien".

A día de hoy, Santiago lleva dos años sin jugar, estudia Psicologíay da charlas para concienciar a otros sobre el peligro de estas apuestas. Reconoce que "cada vez es más fácil" entrar en este mundo y defiende que existe "una publicidad más abusiva y directa". "En los anuncios salen Neymar o Cristiano Ronaldo, que son los ídolos de los chavales", lamenta.

Le preocupa, además, que "la situación esté normalizada", que cualquiera pueda acceder a una máquina de apuesta o una web online. "Te da la falsa sensación de que eliges lo que va a pasar y no,es un juego de azar", dice.

Por su propia experiencia sabe que"hay jugadores que reconocen no tener una adicción", pero la realidad es otra. "Lo ven como algo lejano pero a veces, cuando están de bajo, lo admiten", cuenta, y añade que "lo más importante es el apoyo de la familia".

Caamaño señala que "una vez se tiene la patología, no se busca ganar sino jugar". "Para mí, apostar fue la mejor sensación de mi vida",sentencia. Pero gracias a Agalure, encontró otro camino. Conoció la asociación por su tío y,tras varios años,mantiene buena relación con los trabajadores, a los que incluso les hace preguntas sobre psicología, carrera que ahora estudia. Este joven repite que uno de los mayores problemas aparece "cuando pierdes" porque "buscas más dinero y luego te sientes mal". "Emocionalmente es algo muy duro", indica.