La primera vez que J.C. fue a la Cocina Económica fue en los años 90, para entonces, ya estaba enganchado a las drogas. "Lo hacía todo mal, porque, además de drogarme, no me alimentaba", explica ahora,recién afeitado. Dice que volvió hace aproximadamente siete años, pero ya con una mentalidad muy distinta. Con ganas de cambiar y de dejarla calle y su rutina de "alcohol, drogas, palizas y cartones" que habían cubierto sus últimos veinte años. Ahora madruga a diario y asegura que tiene la ilusión de verse igual dentro de unos años, echando una mano a quien se la tendió firme y segura cuando él la necesitó.

Cuenta el trabajador social de la entidad, Pablo Sánchez, que J.C. Es una ayuda muy grande en la Cocina Económica y que, gracias a su ayuda voluntaria, a sus ganas de "devolver" un poquito de lo que le han dado,se pueden ofrecer servicios que antes tenían que esperar. "Voy a la farmacia, al banco, a recargar tarjetas de bus... Lo queme pida Pablo o lo que necesiten en el comedor", explica que lo hace "encantado" y "siempre con una sonrisa"que, así,se le pasa mucho más rápido la mañana y ve que lo que hace importa.

Esta es una de las cosas que busca el trabajador social con los usuarios que llaman a su puerta, que se acuerda,perfectamente,de la primera vez que atendió a J.C., hace unos seis o siete años. Entonces,ya supo que sería capaz de sacarlo de la calle. "Avanzaba muy seguro", resume Sánchez. Y fue así, consiguió una paga, también alquilar una habitación,retomar el contacto con parte de su familia y ayudar a que personas que lo necesitan, como algún día lo fue él, puedan tener una atención lo más rápida posible. "Si no fuese por J.C., que va cinco o seis veces a la farmacia a buscar medicación durante la mañana, no sería posible, por ejemplo, que un usuario se tomase un antibiótico en el momento en el que va a la Cocina Económica, tendría que esperar al día siguiente", explica Pablo Sánchez, que agradece a J.C., por ejemplo, que se haya prestado voluntario a llevarle aun hombre mayor, que apenas se puede mover, una fiambrera con el menú del día. "Nos permite ofrecer un servicio que nosotros, realmente, no tenemos, que es el reparto a domicilio pero que, gracias a los voluntarios se puede prestar en circunstancias excepcionales como esta", comenta Sánchez. J.C. llega a la Cocina Económica sobre las ocho de la mañana, desayuna en el comedor y, después, ayuda en lo que le piden, come en la institución y, sobre las 13.30 horas, se va andando para casa, por las tardes le gusta pasear y sentarse en un banco a fumar un cigarro, ve el telediario y descansa para volver al día siguiente a la que es también su casa y su familia. Durante el verano quiere salir en bicicleta, todavía no ha podido hacerlo, porque la que tiene no está en condiciones, pero cuenta con arreglarla pronto y seguir con esta rutina que le ha dado una vida "de cosas buenas" que nunca antes había tenido.