I.B. aún no ha cumplido los 28 años y ya lleva siete en Aclad. Era conductor internacional, le gustaba su trabajo pero, ya muy joven, empezó a beber alcohol. Eso derivó en el consumo de drogas y, poco después, en la pérdida del carné y en la prisión. Antes de cumplir la condena, cuando estaba ya en libertad condicional, tuvo una recaída. "En el momento no lo piensas, estás ahí y ya está, te arrepientes al día siguiente, cuando te encuentras mal", explica I.B., al que le gustaría volver a su trabajo para "conocer mundo" cuando pueda recuperar el carné de conducir, que será dentro de unos cuantos años, aunque también le da miedo. "Pasaba muchas horas solo", dice, como uno de los detonantes de su inicio en el consumo de alcohol y drogas, algo con lo que tendría que aprender a convivir si,finalmente,retomase su vida donde la dejó cuando tenía veinte años. Cuando entró en Aclad por primera vez no lo hizo por voluntad propia. "Me trajo mi familia.Yo, al principio, pasaba de todo", resume.

M.S. tuvo problemas con la bebida y con la cocaína, estuvo en A Zapateira, en un régimen interno para dejar el consumo y durante un tiempo lo consiguió, aunque, un día, también mientras cumplía condena, dio positivo en los controles. "Tenía consumos esporádicos, pero un día perdí el norte", asume. Para no ir a la cárcel se unió al programa de la Unidad de Día de Aclad, dice que le gustaría volver a tener un empleo, para ello,trabaja a diario en las terapias que le ayudan a vencer la tentación de consumir y a construir un futuro.