La voz crítica de una adolescente de 16 años, Greta Thunberg, y la esperanza con que clama por la salvación del planeta han tenido desde el verano pasado más impacto y repercusión que el discurso de cualquier político o científico sobre los riesgos del cambio climático. La joven sueca no representa a nadie, pero ella sola, con su huelga escolar por el clima secundada el pasado 15 de marzo en ciudades de todo el mundo, ha encabezado un movimiento que encuentra adeptos en todas partes y que desnuda la inacción política ante el calentamiento global. Sus gestos, sus discursos ante instituciones políticas y foros económicos, son el espejo en que se reflejan otras iniciativas ciudadanas. Ayer en A Coruña y en una treintena de ciudades españolas se organizaron protestas convocadas con el fin de que los políticos, enfrentados estos días en debates encendidos sin espacio para la ciencia ni el planeta, admitan que existe una emergencia climática que requiere soluciones.

El modesto acto en la ciudad consistió en una marcha desde el Obelisco con concentración en la plaza de María Pita, en los soportales ante el Ayuntamiento, donde ante medio centenar de personas se leyó un manifiesto y se improvisó un debate sobre la fuerza de las movilizaciones y la concienciación en el peligro causado por el calentamiento de la Tierra y las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera. "Si los políticos incluyen algo en sus programas es porque a la gente le preocupa, y nosotros tenemos que hacer oír nuestra preocupación", proclamaron los organizadores, críticos, a tres días de las elecciones generales, por que la agenda política de los principales partidos apenas incluya soluciones ambientales.

"Estamos absortos, indignados, aterrados. No entendemos cómo es posible que se viva como si nada ocurriese tras las advertencias de Naciones Unidas y el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. No comprendemos que ardan catedrales y se escandalice la sociedad y, con todo, estemos a once años de quemarnos vivos y nadie reaccione. No entendemos que tras 27 años de cumbres mundiales para tratar de resolver el problema, las emisiones sigan creciendo. ¿Alguien se preocupa por la juventud? ¿Cómo es posible que, teniendo hijos, no os dejéis la piel en asegurarles un planeta habitable?", recoge el texto difundido ayer.

El acto, con la pancarta con el lema "Sin planeta, sin futuro" en la cabeza, fue seguido por un reducido grupo de personas, pero sus promotores, con la boca cubierta por una mascarilla blanca, insistieron en dar visibilidad a los temores por el cambio climático a través de nuevos encuentros sobre otros argumentos medioambientales y una huelga a nivel internacional el próximo 24 de mayo.

"Somos apolíticos, votad a quien sea, pero votad sin dejar de expresar preocupación por nuestro planeta ni de reclamar soluciones", pidió un portavoz. Escuchar y actuar: el eco de Greta Thunberg entre el ruido que la política deja.