"Son sincera, directa y honesta". Aicha Assab nació en Marruecos y lleva en A Coruña 13 años. Y hace ocho algo le vinculó aún más a esta tierra: "España es mi segundo país, mi hijo nació aquí y tenemos que integrarnos". Assab llegó con un contrato de trabajo en una empresa que, poco después, cerró. Formada en informática y administración, hace cursos constantemente en búsqueda de oportunidades laborales. "Tenemos esperanza, tenemos que tenerla en la vida", explica, mientras se califica de "poco aventurera" como para volver a su país o irse a algún otro. Vive en la Ciudad Vieja, se rodea de otros migrantes latinoamericanos y de gallegos e intenta que su hijo mantenga la cultura de sus padres: por ahora ya aprende árabe. De su experiencia en general positiva en A Coruña solo destaca algo negativo: el pañuelo que lleva sobre su cabeza. "Es algo personal, como cuando veo a alguien con pendientes, rastas o minifalda; yo no juzgo a las personas por cómo visten", razona. Al margen de las miradas, solo cree que hay racismo en el mercado laboral.