"Ahora ya piden para lavarse las manos antes de ir al patio y comer la merienda", dice la doctora Amparo Díaz, que es una de las sanitarias que, durante este curso cruzan las puertas del colegio Alborada, para entrar en las aulas del cuarto curso de Infantil, con el objetivo de que los alumnos y alumnas interioricen hábitos que les ayuden a tener una salud mejor.

Son muy pequeñitos, apenas tienen cuatro años, así que, las tres doctoras residentes de atención primaria, los tres enfermeros y los ocho voluntarios que colaboran con esta iniciativa, tienen que adaptar los conceptos médicos a un lenguaje que ellos puedan entender y que puedan recordar. "Les decimos, por ejemplo, que si comen alimentos con mucho azúcar los dientes se les ponen tristes porque cogen caries", explica la doctora Díaz.

Entre las nueve de la mañana y las once, los sanitarios estuvieron en el centro, hablando de qué alimentos son buenos para la salud y cuáles no lo son tanto, que es mejor comer pan que bollería, aunque, haya días en los que les guste menos. "Es increíble que puedan decir los nombres de los colores en inglés pero que no sepan distinguir qué alimentos son buenos para ellos y cuáles no", comenta Díaz, que asegura que, con los resultados que obtengan en estas sesiones „empezaron en marzo y seguirán hasta mayo„ realizarán un estudio que publicarán en revistas médicas.

Su intención no es que tan pequeñitos sus alumnos sepan cómo comportarse ante una emergencia grave, pero sí que introduzcan cambios en su rutina diaria que les acompañen durante el resto de sus vidas, tales como lavarse las manos antes de manipular alimentos o lavarse los dientes al salir de casa y antes de dormir.

"No vamos a pedirles que lo hagan tres veces al día, como si fuesen adultos, pero sí por la mañana y por la noche y que usen pastas adecuadas para ellos, de las que no requieren enjuague, porque a algunos se les hace difícil ese paso", comenta Díaz.

Quieren también que se fijen en lo que hacen los adultos e identifiquen qué se ajusta a lo que les han enseñado y qué no. "Hay niños que nos dicen que sus padres no se lavan los dientes", dice con una sonrisa Díaz, que empezó con este proyecto por amistad con una de las profesoras del centro, que le pidió que les diese una charla a sus alumnos para que no le tuviesen miedo a sus pediatras.

"No solo trabajamos con los niños, enseñamos a los profesores para que entre taller y taller trabajen con los pequeños. A los padres les hacemos llegar información a través de los profesores y profesoras para que puedan participar también activamente desde casa. Realizamos cuestionarios a los niños y a los padres para evaluar el progreso", resume Díaz, que ve como un pequeño avance que algunos críos pidan ya lavarse las manos y los dientes.