En A Coruña, tenemos dos conservatorios de música: el Profesional y el Superior. Los dos vienen realizando una notable labor en la formación de jóvenes músicos. Que se integran en colectividades (en este concierto, la Orquesta y la Banda del Superior) o tocan en condición de solistas, como Grisha y Daniela en este mismo acto musical. La joven flautista, acompañada por la Banda, realizó una magnífica versión del concertino de la compositora, Cécile Chaminade, obra que debería interpretarse más por su encanto bucólico y calidad musical. Daniela estuvo espléndida y la Banda, dirigida por Briones, realizó una excelente lectura y un acertado balance sonoro con la artista. También estuvo acertado Briones al frente de la Orquesta y con un solista de altísima calidad, Grisha Keilin. El joven violonchelista coruñés pertenece a una familia de músicos que, procedentes de San Petersburgo, recalaron en la ciudad el año 1992. Desde entonces, han aportado, y siguen aportando, mucho a la vida musical coruñesa. Grisha ha realizado dos lecturas de sendas partituras de alta exigencia: el precioso primer concierto de Saint-Saëns (otra obra que apenas se toca) y Kol Nidrei, de Max Bruch. El intérprete es un verdadero artista; no se trata de la resolución de problemas técnicos, algo ya superado, sino de la profunda emoción, de la intensidad del sentimiento con que traduce la música. Y eso se tiene o no se tiene. Escuchar sus dos bises de Bach (la encantadora gavota y la impresionante sarabanda, de la Suite nº 5, BWV 1011) bastaría para definir a un músico de los pies a la cabeza. Que va lejos, muy lejos, aunque no se aleje nunca de su ciudad y de su gente.