La activista medioambiental Bárbara Veiga defiende la necesidad de cuidar los océanos y aconseja consumir productos locales por responsabilidad ecológica. Veiga presentará su libro Siete años en siete mares este sábado en Fnac a las 18.00 horas.

¿Cuándo empieza este viaje?

Empecé hace mucho tiempo, cuando tenía 14 años y hacía caminatas con mis amigos por las playas, muy bonitas y muy salvajes pero con mucha basura que probablemente venía del mar. Reuní a mis amigos para limpiar las playas e hice eso durante muchos años. Un día decidí que quería hacer más, hacer misiones con más impacto y, al final, me hice voluntaria de Greenpeace, a los dos años empecé a trabajar para ellos y después también trabajé para Seas Appear. Estuvimos por 80 países, con muchas dificultades y muchas alegrías.

Además, se embarca en un velero, ¿sola?

El libro cuenta tres momentos de mi vida: mi época en Greenpeace, un segundo con Seas Appear. Estuve dos años en la Antártida para proteger a las ballenas y después viajé en un velero propio con mi expareja y estuvimos en 14 países. Durante cuatro años, ese velero fue mi casa.

En ese tiempo, se enfrenta a varios peligros, incluso le llegaron a asaltar unos piratas en Somalia, ¿cómo recuerda ese momento?

Un viaje así es muy complicado y presenta muchas dificultades. Me avisaron de que el Golfo de Adén era muy peligroso. De repente, vi a cuatro hombres en un barco que se acercaba y no sabía qué hacer, les ofrecí toda la comida que tenía a bordo y uno me hizo señas con las manos de que tenía una infección. Tenía una caja de antibióticos en el barco y con gestos le expliqué qué tenía que hacer. Después de unos minutos de tensión total, levantaron ancla y hasta que desaparecieron en el horizonte tuve una reflexión muy profunda sobre la complejidad y la dificultad humana. Fue una experiencia muy fuerte. Pero también es peligroso luchar contra los balleneros, porque no hay una policía del océano que te pueda proteger.

¿Hay otras especies en una situación similar?

Otra problemática muy seria ocurre en el Mediterráneo con la pesca desproporcionada del atún, que está desapareciendo, como otros que están al borde de la extinción. Como ciudadanos conscientes debemos preocuparnos de qué y de quién compramos.

¿Sería importante para el medio ambiente que los consumidores fuésemos más responsables?

Somos lo que comemos y somos responsables de lo que compramos y todos los días consumimos. Los grandes gobiernos tienen la responsabilidad con sus leyes de cuidar el medio ambiente, pero las elecciones de las empresas a las que compramos es fundamental. Es importante elegir productos locales, son mucho más interesantes económicamente, mucho más interesante para el medio ambiente y podemos buscar un equilibrio que necesitamos. Tenemos que preocuparnos más, buscar más información, leyendo más, para cuidar más el planeta porque no tenemos un planeta B.

¿Es fácil conseguir información de estas empresas?

Tenemos muchos estudios y sabemos las marcas que usan el aceite de palma, que es muy malo y destruye el planeta. Piensa: ¿prefieres disfrutar dos minutos con lo que comes, sabiendo que contribuyes a la extinción de animales? Creo que hoy tenemos información suficiente y no todo el mundo tiene que ser activista como yo, eso es una elección que hice en mi vida, pero hay un camino importante a seguir.

En su activismo le han llegado a detener tres veces, ¿en qué ocasiones?

Fue en Brasil y en el Caribe por protestar contra empresas y sus irresponsabilidades. La más dura fue en Saint Kitts, en 2006, me detuvieron por protestar contra la Comisión Internacional Ballenera „reguladora de la caza de cetáceos„. Estuve dos días aislada sin agua ni comida, con la inseguridad de qué iba a pasar con mi vida. Pero al final, alguien tiene que hacerlo y yo sigo en la lucha, con mi libro, el arte y con la foto.