La colaboración entre instituciones es algo admirable no solo conceptualmente, sino también como resultado. Un verdadero paradigma ha sido el concierto que, ofrecido por la Academia de Bellas Artes, contó con el apoyo del Conservatorio Superior de Música. Actuaron cinco alumnos del centro de enseñanza musical que integran un quinteto de viento bajo el nombre de Crunia. Se enfrentaron a un programa de alta dificultad, que resolvieron de manera muy satisfactoria. Sobre todo si recordamos que ese trata de alumnos, no de profesionales. Comenzaron con una obra de Carlos López García. El compositor de Betanzos escribió este rondó caprichoso en 1988, ya de vuelta en Galicia, un año después de haber fundado la Asociación Galega de Compositores. La partitura es más asequible de lo que suele ser habitual en el músico y además tiene una forma bien identificable de rondó, con un tema recurrente y una serie de cuplés; con todo no es una pieza romántica, sino expresionista, en la que se utiliza con frecuencia el carácter burlesco; también se perciben ecos de motivos gallegos. Mucho más difícil „de tocar y de escuchar„ es la obra de Thierry Escaich, compositor francés contemporáneo (nacido en 1965); pero es admirable el hábil manejo de los instrumentos de viento; su música tiene un marcado punto de agresividad. En fin, el Quinteto de Nielsen cerró el concierto. En esta obra, el compositor danés se muestra más claro, más sencillo que en sus largas y discursivas sinfonías; hay en esta música un perfume bucólico del mejor gusto. El Quinteto Crunia fue muy aplaudido.