La propiedad y el alquiler de una vivienda experimentan tendencias opuestas si se compara el barrio de la Ciudad Vieja con el resto de A Coruña. El casco histórico ha sufrido en los últimos años un brusco descenso en la bolsa de viviendas en régimen de arrendamiento, que contrasta con un fuerte aumento de los propietarios de pisos totalmente pagados o con pagos pendientes: de 2011 a 2018 ha caído un 1.000% el número de inquilinos con piso alquilado en el barrio, de 412 a 35; por el contrario, crecieron un 26% y un 77% en el mismo periodo los residentes con vivienda sin deuda o que aún deben seguir pagando la hipoteca, respectivamente. La ciudad en su conjunto presenta una dinámica contraria: ha caído un 2,4% el número de inquilinos propietarios de una vivienda (de 41.877 a 40.888) y se ha disparado un 14% el alquiler.

En la zona de protección urbanística de la ciudad, el casco histórico supera a Pescadería, Orzán y Atochas como barrio con mayor distancia porcentual entre las viviendas de alquiler y las de propiedad, según recoge el plan de revitalización de la Ciudad Vieja que prevé aplicar el Gobierno local en el próximo mandato. El mismo documento presenta este barrio como un "escenario complejo", debido al predominio de edificios antiguos, problemas de accesibilidad, elevado precio del metro cuadrado y dificultades en los procesos de rehabilitación según la regulación existente.

Entre las medidas que el informe urbanístico plantea para mejorar la habitabilidad en la Ciudad Vieja y fomentar la "cohesión social" están un programa de cohabitación entre jóvenes y mayores, mejorar la accesibilidad de las viviendas de las personas mayores y negociar y usar espacios pertenecientes a Defensa o a la Universidad.