Casi la mitad de las 113 medidas que el documento de inicio del plan municipal para revitalizar la Ciudad Vieja propone emprender, 55, tienen una previsión a corto plazo. Su margen de aplicación es de dos años desde la finalización del propio plan y el texto preliminar señala que pueden ser ejecutadas por el Gobierno local sin la intervención de otras administraciones, mediante una inversión que no es elevada y con una puesta en marcha inmediata. El resto de actuaciones tienen un plazo de materialización, entre el medio y el largo, más impreciso.

El catálogo de medidas más urgentes oscila de lo práctico a lo teórico, entre lo que el ciudadano advierte en la calle misma y lo que se desarrolla en el terreno administrativo: ejecución (instalación de estaciones de Bicicoruña y aparcamientos de bicis, cambiar la señalización, activar un programa de cohabitación intergeneracional, protección de áreas verdes) y elaboración (encuestas a visitantes y turistas, un plan de comunicación, estudiar medidas fiscales, difusión de la imagen de la Ciudad Vieja).

El ámbito de aplicación de las medidas comprende los cinco ejes sobre los que trabajará el plan de dinamización, cada uno con más de una decena de líneas de actuación: la vivienda y el patrimonio; el impulso económico y turístico; la movilidad y los servicios básicos; las actividades sociales; y los espacios públicos.

En el apartado habitacional, las acciones inmediatas para revitalizar el casco histórico pasan por impulsar la actividad de la empresa municipal de vivienda, elaborar un banco de pisos de alquiler, mejorar la accesibilidad a las viviendas o revisar el plan de protección del barrio. El vecino apreciaría de forma directa el efecto de otras medidas puestas sobre la mesa como el uso ciudadano de los jardines de Capitanía o el paso de los peatones por partes del cuartel de Atocha, que habría que negociarse, el soterramiento del cableado eléctrico y una mayor protección para las murallas históricas.

La promoción cultural y turística de la Ciudad Vieja requiere medidas como la difusión de una imagen del barrio o la integración del enfoque comercial en la celebración de las fiestas. Priman las visitas guiadas, lecturas públicas y recreaciones de carácter histórico. El Concello elaboraría una base de locales vacíos con el fin de recuperar la actividad y fomentaría el reparto de mercancías desde el mercado de San Agustín.

La movilidad atrae acciones más concretas que no tardarían en implantarse: estaciones de Bicicoruña en A Maestranza, aparcabicis privados, mejoras de accesibilidad en la paradas de autobús y mayor seguridad en los pasos de peatones, calmado de tráfico en la avenida Metrosidero y eliminación de mobiliario inadecuado en áreas de estacionamientos. Las medidas de este apartado supondrían un mayor bienestar para los vecinos y visitantes, más que una revolución revitalizadora en el barrio.

El bloque social concibe el espacio Naves de Metrosidero, en la antigua Comandancia de Obras, como un foco de dinamización cultural y social, aunque concede también importancia a las actividades para mayores y a la elaboración de una programación artística específica. Otras medidas, de menor visualización, son el refuerzo de la mesa de la ciudadanía del centro cívico o la promoción educativa.

El espacio urbano debe ser mejorado, hacerse más cómodo, por eso se plantea, con un enfoque práctico, proteger los parterres de la plaza de Azcárraga y el jardín de San Carlos, cambiar mobiliario urbano, eliminar pintadas y optimizar la iluminación. También se quiere, como en otros años, que la feria medieval, cause las menores molestias posibles a los vecinos.