La Camerata Brigantina nace en 2007 en la entrañable ciudad de Betanzos con una finalidad primordial: formar a los jóvenes músicos aprovechando la experiencia de instrumentistas experimentados, integrantes, muchos, de la Orquesta Sinfónica de Galicia. De la idea surge la fecunda colaboración con el Conservatorio Superior que en este caso ha aportado a tres jovencísimas promesas cuya calidad artística es asombrosa. El resultado no ha podido ser más halagüeño. Como la Camerata es una agrupación abierta, se presenta en diferentes formaciones dependiendo del repertorio. En este caso, actuó como orquesta de arcos integrada por 16 instrumentistas; alumnos y profesores. Acompañó con rara perfección, tanto en el balance sonoro como en la conjunción con cada solistas. Naturalmente, esto no es fruto del azar; el trabajo realizado por los profesores y por el director, Florian Vlashi, ha sido decisivo para alcanzar este éxito. Comenzó la violinista (14 años) Buruktawit Martins que interpretó el Allegro, del concierto nº 3; mostró unas dotes artísticas sobresalientes, con un refinado juego de volúmenes y la agógica en expresivos rallentandi; en la difícil cadencia, predominaron los pasajes en dobles cuerdas muy bien resueltos. Valeria Martínez (16 años) tocó el Allegro del concierto nº 4; tiene poderosa sonoridad y muestra una notable disposición para el cantabile; otra difícil cadencia (ésta, de Joachim) demostró su dominio del instrumento. Dasha Rosinskij (14 años) tocó el concierto de Mozart completo. Es una artista de raza; lleva el arte dentro; solo hay que ver cómo acaricia el teclado, con qué elegancia alza las manos (me recordó a la gran Ingrid Haebler, en su concierto en la iglesia de San jorge) y como desgrana nítidamente las notas para darse cuenta de su sensibilidad y sentido musical. Dasha irá muy lejos. Dos joyas para sendos bises: Palladio, de Karl Jenkins; y Humoresca, de Skoric. El público, entusiasmado.