El Concello sacará a concurso la redacción de un plan director para intervenir en el Barrio de las Flores y, de este modo, mejorar algunas de las carencias de las que adolece este enclave. El proyecto, que se licitará próximamente -quedan cinco días para la celebración de las elecciones- tiene como objetivo realizar un estudio pormenorizado del barrio y de sus necesidades, teniendo en cuenta la opinión de los residentes y también de los agentes sociales que desarrollan su actividad en este barrio, para realizar obras que mejoren su día a día. A las empresas que opten a la redacción de este plan se les pedirá también que hagan una estimación presupuestaria y que aporten información de cómo se podrían sufragar las obras más allá de los fondos municipales, por ejemplo, con ayudas europeas para el desarrollo.

En las bases redactadas por el Concello se señalan "significativas problemáticas que deben ser abordadas de una forma integral para recuperar su vitalidad y habitabilidad". Entre ellas, destaca la accesibilidad, ya que, si bien la configuración del barrio permite que los vehículos no circulen por el interior y la existencia de rutas peatonales, existen viviendas que no son accesibles para personas con movilidad reducida. Una de las cuestas, por ejemplo, se salvó con una escalera, que no es una alternativa factible para las personas que se mueven en silla de ruedas.

En las viviendas, los problemas más graves que señala el documento están en las instalaciones y en la eficiencia energética. La falta de ascensores, tanto en el interior como en el exterior de los inmuebles, es otra asignatura pendiente del barrio, que se gestó en los años sesenta para ofrecer una vivienda a las personas que se habían mudado del rural a la ciudad en busca de trabajo.

El área de Rexeneración Urbana indica en el expediente que regirá la contratación de este plan director, que, en programas anteriores, se acometieron ya obras para sanear fachadas y cubiertas de los edificios, pero que esas actuaciones no llegaron a todos los inmuebles ni a todos los espacios, ya que en el barrio hay "penetración de los espacios públicos" dentro de los bloques y por encima del nivel de la rasante y de las primeras dependencias. Eso provoca "patologías, necesidades adicionales de mantenimiento y dificultades de gestión" porque en un mismo elemento constructivo concurren varias titularidades.

El principal problema social que recoge el diagnóstico inicial del Concello es "el envejecimiento de la población, a pesar de una incipiente sustitución generacional", este fenómeno, a diferencia de lo que acontece en otros barrios de la ciudad, no viene dado por la llegada de población migrante, sino que son los propios residentes en la zona los que se quedan y forman sus familias en las casas de sus predecesores. "Sus habitantes continúan siendo fundamentalmente los que empezaron a residir en el momento de su construcción o sus descendientes". Para hacer que la vida sea más fácil en el barrio, el Concello considera que son necesarios "determinados servicios y equipamientos", ente ellos, cívicos, sociales y educativos de carácter local para convivir con el envejecimiento de la población y señala que el hecho de que no haya habido rotación de población inocula "una fuerte identidad de pertenencia" entre los residentes.

Otro de los problemas que apunta el diagnóstico inicial es la falta de empleo entre sus habitantes y, también, la pérdida del tejido productivo y de actividades, eso implica que haya locales vacíos, una consecuencia de la marcha del centro de salud a Matogrande. La contaminación acústica es otro de los enemigos a batir, ya que su proximidad a Alfonso Molina hace que el ruido de los coches se cuele en las viviendas.

El Concello apuesta por abrir las puertas del barrio para que más población joven se asiente en ella, por que los locales vacíos se abran y alberguen "nuevas actividades productivas", por la rehabilitación de las viviendas y los espacios públicos, así como por la movilidad sostenible y por la reducción del uso del coche, la mejora de la conectividad peatonal con los barrios próximos y por la puesta en marcha de equipamientos cívicos que "fomenten cohesión social y actividades culturales".

Se ponen como objetivos también recuperar ambientalmente el espacio ocupado por el oleoducto, una vez que ya carezca de uso, y la integración del patrimonio arquitectónico y urbanístico como "recurso cultural y atractivo turístico", ya que el Camino Inglés pasa por el barrio y la Unidad Vecinal número 3, de Corrales, está considerada uno de los mejores exponentes del movimiento moderno en España.