Cuenta Eva María Fariñas López que fue su madre la que se lanzó a montar la floristería. Lo hizo hace ya más de treinta años y, por ello, recibió este año una distinción de la Asociación de Floristas de España, por sus tres décadas dedicadas, tras el mostrador de Calo, al arte de las flores. "Mi madre ya fue la primera taxista que hubo en A Coruña", explica Eva María, que estudió Enfermería y que no sabía que le gustaban tanto las flores hasta que acabó la carrera y volvió a casa, donde sus padres estaban sentando las bases del negocio familiar.

"Pasamos de tener una floristería pequeña a tres tiendas, a dedicarnos a la importación y la exportación, a ganar la Copa de España" e innumerables menciones a su labor. Desde muy joven sabía ya que el Día de la Madre, el de Difuntos o San Valentín le tocaba limpiar rosas, lavar cubos, barrer, entregar los encargos a los clientes y dar el relevo a sus padres, que esa noche no habían dormido en casa. Su madre se jubiló este año y, según recuerda Fariñas, fue siempre "muy luchadora" y muy innovadora, de esa gente que busca y rebusca la manera de mejorar en lo que hace. Dice que montó la tienda por "amor a las flores y a la decoración" y que ese gusto por las "cosas bien hechas" se lo fue inoculando a los demás.

"En una floristería no sabes si el material está bien hasta que pasan tres días y la flor ya ha bebido", explica y es que, actualmente, las flores hacen largos viajes para llegar a la ciudad, vienen en avión de Kenia, de Colombia, deAsia... "Nos entra mercancía todos los días, incluso los domingos y los festivos", comenta, porque las ventas no se hacen solo en la tienda sino también por internet. A pesar de las flores que llegan de lejos y de que muchos de los clientes se dejan asesorar por las profesionales que están detrás del mostrador, hay gustos que no cambian. Por ejemplo, las rosas y los ramos de tipo inglés, que son más redondos, como si fuesen un pequeño jardín, para el Día de la Madre. "Es un clásico atemporal", explica.

Para Fariñas, una floristería es "como una pastelería" porque sus productos entran "por los ojos", por sus colores, sus formas, sus texturas y también por sus olores. Las flores están en los momentos alegres, en los que se unen con los globos de colores, pero también en los tristes y, para cada uno de ellos, según explica Fariñas, hay una planta y una colocación, una manera determinada de transmitir con flores un mensaje.

Este mes, por ejemplo, entre los ejemplares más raros que entraron en la tienda estuvo la gloriosa, que es la flor nacional de Zimbabue y que, a la ciudad llegó vía Holanda. Fariñas explica que dentro del universo de las flores hay mucho más conocimiento de lo que se ve, que hay detrás muchos viajes, formaciones, estudios, también, evidentemente, modas e innovación. "Ahora hacemos también jardines verticales", dice Fariñas, que son otra manera de llevar el verde a la ciudad.