Santiago Cirugeda es un referente de la arquitectura colaborativa, dos conceptos a los que llegó por casualidad. Estudió Arquitectura porque su padre se lo comentó y su primer trabajo, en 1996, fue un parque infantil peculiar: "Hablé con los vecinos y querían un parque pero la administración les decía que no se podía, así que pagué una cuba y puse un columpio. Fue colaborativo porque atendía a la gente".

Aquella solución en Sevilla solo duró tres meses y él terminó en comisaría. Pero fue el inicio de una carrera profesional que le ha llevado a actuar en Penamoa, As Rañas o en la Cañada Real, pero también a formar parte como artista invitado en la feria Art Basel. Del proyecto madrileño hablará hoy, a las 20.00 horas, en la fundación Luis Seoane.

En el poblado madrileño construyó un centro sociocultural. El Ayuntamiento "lo sacó dos veces a licitación y quedó desierto. A la tercera nos presentamos y lo ganamos y aunque tenemos una metodología buena depende mucho de los políticos y los técnicos". El caso de la Cañada Real fue todo un éxito y participaron 1.200 voluntarios. Una respuesta que responde a un trabajo previo de hablar con la gente, estén donde estén los vecinos: escuelas, cárceles o centros de mayores.

Para sacar adelante el centro sociocultural con vecinos, cada uno de los que deseaban colaborar se anotaban en diferentes áreas como convivencia, talleres de construcción o aportaban materiales. "Es una fiesta para todo el mundo, pero la administración no tiene herramientas, lo que no han pagado „en la licitación„ es hablar con la gente, pagan el edificio. No tenemos respuesta en la administración porque no hay pliegos donde se incorporen cláusulas sociales y llevamos años planteándolo".

En A Coruña, Cirugeda y su equipo han actuado en Penamoa y As Rañas. Además, estos días, está construyendo con un centenar de voluntarios un Aula Libre en el campus de Elviña.

En esta iniciativa colaboran la fundación Luis Seoane y la propia Universidad. "Es una excusa para que los alumnos, el profesorado y el bedel monten una caseta en precario, para que sepan que tienen derecho a gestionar un espacio, porque al igual que en la sociedad, tenemos derecho a la participación, pero son muy pocos los que participan".

Su primera actuación en la ciudad fue en Penamoa, relacionado con los módulos de convivencia en donde hicieron un centro de formación "y funcionó", aunque era una situación "complicada". Sin embargo, cree que en As Rañas "funcionó un poco menos" porque era un proyecto "avanzado para el momento en el que vivíamos". Realizaron arreglos en algunas casas y construyeron otras nuevas.

"Nos metimos en la comunidad y estuvieron atentos y contentos, pero curraron parcialmente". Añade que la ventaja de As Rañas era que se trataban de "grupos familiares y no había violencia". A pesar de la experiencia en estas iniciativas, "no se puede garantizar" que un proyecto colaborativo vaya a funcionar.