Con las grabadoras apagadas, en charlas de tú a tú con periodistas, Xulio Ferreiro, entre incrédulo e indignado, también ingenuo, lamentaba al comienzo, durante y en los últimos meses de su mandato que la política, al otro lado del ojo público, funciona con contradicciones que aniquilan la honestidad. Todos los grupos de una corporación -contó más de una vez y con ejemplos- pueden estar de acuerdo en que un determinado proyecto propuesto por un partido es beneficioso para la ciudad, pero ese consenso se rompe a la hora de respaldarlo o aprobarlo en una junta de gobierno o en un pleno, donde pesan mucho más las diferencias ideológicas y las consignas de partido que el efecto positivo que ese proyecto puede causar en los vecinos. Seguramente no creía hace cuatro años el profesor de Derecho Procesal que encabezaba el plan de gobierno de la principiante Marea Atlántica, una persona ajena a los entresijos e intrigas institucionales, que la política, entre muchas otras cosas, tiene estas paradojas.

Se definía entonces Ferreiro como una persona normal, de orígenes y educación normales, compensada con un "relativo éxito profesional". Hoy abandona la política activa, tras perder la Alcaldía que contra todos los pronósticos ganó en 2015, fiel a su consideración de lo que es (o debe ser) una persona corriente a la que le preocupa el bienestar de los demás y que, con "pasión", tiene a su alcance la oportunidad de mejorar sus vidas. No le bastó el empeño para continuar.

"Fue un político honrado, preocupado sinceramente por mejorar la calidad de vida de los vecinos, pero, quizás, rodeado de gente no demasiado preparada para gestionar las propuestas", evalúa uno de sus adversarios políticos estos cuatro años. De honradez, amabilidad, cercanía, "mirada limpia" y bondad, de saber escuchar y tener en cuenta las opiniones distintas de los demás para, si cabe, rectificar, hablan otros rivales cuando ahora ven salir a Xulio Ferreiro del Palacio Municipal, al que una vez, arrastrado por una marea que clamaba por una forma distinta de hacer política, llegó, como quien dice, de la nada.

24

Xulio Ferreiro renuncia a estar en la próxima Corporación de A Coruña

Botellín de agua en mano, la parca sin abrochar, camisa de cuadros asomando sobre el cuello del jersey y bajo la cintura. Con la sonrisa inocente y curiosa, intimidado por la solemnidad del Palacio de María Pita, asistía Ferreiro por primera vez, como público, a un pleno municipal en abril de 2015, cuando nueve ediles de los grupos de la Corporación se despedían del salón y del mandato. El cabeza de lista de Marea, una bisoña confluencia de movimiento ciudadano y plataforma política, quería aquel día conocer cómo discurren los plenos, cómo se atacan los concejales, cómo se aprueban o rechazan las mociones. Porque quizá él ocuparía un escaño un par de meses más tarde; o porque, quién lo imaginaba, él presidiría las sesiones los cuatro años siguiente desde el asiento del alcalde. Un tipo común, "xente do común", ya desde entonces, bandera de autoproclamación.

Aquel profesor universitario que había dejado una plaza de juez suplente en la Audiencia Provincial de Lugo rompía los moldes comunes que caen sobre quien entra a formar parte de un gobierno municipal. Aunque solo fuese porque seguía vistiendo camisas de cuadros en actos con ministros, banqueros y empresarios que al principio tenían de él el concepto de un extraño que no pertenece a su clase y luego celebraban haber conocido a alguien tan amable. El mismo Núñez Feijóo, presidente de la Xunta, escribía ayer en Twitter que pese a las "profundas diferencias", agradecía "el tono y el respeto que siempre" mantuvo con Ferreiro.

Detrás de esa fachada convencional se encontraron unos y otros, en instituciones y entidades de barrio, dentro y fuera del Ayuntamiento de A Coruña, en plantas nobles y en modestas oficinas, con una de esas personas que tratan a todos por igual y caen bien por su don de gentes, su ironía y su buen humor, destacan quienes han trabajado estos años a su lado. "Una muy buena persona, algo que no siempre se encuentra en política", añade un rival en el Concello. "Nos entendíamos bien, pero parece que eso no vale del todo en política", dice otro.

24

Xulio Ferreiro renuncia a estar en la próxima Corporación de A Coruña

El desgaste inevitable de una gestión de gobierno sin complicidades -"muy difícil", recordaba ayer, de nuevo en camisa de cuadros- se ha notado en Xulio Ferreiro, de gestos dóciles al principio del mandato, más recios y de tono subido cuando las decepciones con administraciones no afines y las discrepancias en la Corporación no ayudaron a sacar adelante ni grandes ni pequeños proyectos, aunque guardase siempre una de sus repentinas risas sonoras. En la distancia recibe el halago de quienes sintonizaron con él en la gestión pública: "En cuatro años lo ha dado todo por un proyecto colectivo sin ceder al cinismo imperante en la política institucional", defendía en Twitter la alcaldesa saliente de Barcelona, Ada Colau.

Con el cabello más encanecido y la mirada más agotada, Ferreiro descansará entre el balance y el horizonte de su grupo. Lejos de las tramas del ruedo político, cuando vuelva a la Universidad, tendrá más tiempo para pasar en familia, como decía en las entrevistas que añoraba tanto; para perderse en los vapores de la música indie, asistir a conciertos o sentir la fiebre rockera con la sudadera de los Ramones, la de los domingos, puesta.