El secuestro de una aplicación informática, que impide el acceso a los datos recogidos en un sistema o un servidor y no deja usarlos o actualizarlos, es uno de los variados delitos tecnológicos que los hackers han puesto en práctica en los últimos años en todo el mundo. El auge de las nuevas tecnologías eleva también las acciones delictivas, con un repunte especial en la ciudad desde finales del año pasado. La Policía Nacional ha recibido varias denuncias de empresas y particulares. Una de ellas procede de un instituto que desde el inicio del segundo trimestre no puede usar una plataforma en la que sus usuarios, la comunidad educativa del centro de enseñanza, no pueden consultar datos y actividades debido a un virus encriptado.

El ataque ha derivado en el secuestro de la aplicación por la que funciona la plataforma y, como tal, conlleva un rescate, que en el ámbito cibernético se traduce en la exigencia de bitcoins. Si el afectado no transfiere al delincuente, que generalmente actúa desde servidores ubicados en otros países, determinada cantidad de estas monedas virtuales que no emite ningún banco, el rehén, en este caso la aplicación, no será liberado. La cotización de las bitcoins es creciente y en la actualidad una de ellas equivale a algo más de 2.000 euros.

Por fortuna, el secuestro del sistema de comunicación interno del instituto coruñés no ha alterado el funcionamiento cotidiano del centro, informan sus responsables. La plataforma ha quedado expuesta a los ataques de los ciberdelincuentes y el colegio, admiten, se siente "preocupado" y "atracado". El centro no ha cedido a la petición de los secuestradores, al parecer "un número importante" de bitcoins, y la unidad de Delitos Tecnológicos de la Policía Nacional continúa investigando el ataque, así como otras denuncias similares.

Fuentes policiales apuntan que los delitos informáticos más frecuentes, algunos investigados en la ciudad, consisten en el acceso a datos de usuarios de internet a través de operaciones que realizan, como compras online o entradas en determinadas webs. Mediante adquisiciones con tarjetas de crédito o pagos periódicos tras un tiempo de uso gratuito en sitios poco fiables o con condiciones de uso recogidas en letra pequeña, los hackers clonan las tarjetas de los internautas o les cobran cantidades que no se corresponden con las comprometidas a abonar al principio. Otra modalidad es la venta de productos distintos a los ofertados en ciertos portales, generalmente no los habituales en el mercado electrónico, como Amazon o Ebay.

El empleo de virus encriptados es muy eficiente para los ciberdelincuentes, ya que con su ataque la información sustraída solo puede ser recuperada mediante una clave de seguridad que solo puede decodificar un hacker. Para ello solicitan las criptomonedas virtuales, que como se emplean en muchas ocasiones para fines ilegales, no se pueden rastrear, como sí ocurre con el dinero material o las cuentas bancarias.

Las bitcoins, que fueron creadas en 2009, son un recurso seguro para la piratería informática, ya que al estar descentralizadas, sin que las emita ningún banco, se intercambian de manera cifrada. Estas monedas de cambio han sido utilizadas por delincuentes que perpetraron ataques masivos a los datos de compañías y corporaciones y que incluso llegaron a secuestrar por periodos de 24 o 48 horas a poderosos empresarios.