Clonado de tarjetas de crédito, compras online cargadas a una cuenta corriente sin conocimiento de su titular, productos adquiridos que no se corresponden con los anunciados, secuestro de datos usados por empresas o entidades en una plataforma. Estos son algunos de los delitos telemáticos o a través de internet más frecuentes, una tendencia que desde 2015 ha crecido en general y ha hecho repuntar las demandas. Aunque en la actualidad han remitido en más de un 10% en Galicia gracias a las investigaciones policiales, siguen presentando unas cifras preocupantes. En lo que va de año se han presentado casi 3.000 denuncias por este tipo de delitos en la comunidad; las de A Coruña, según fuentes policiales, representan casi una tercera parte del conjunto de delitos denunciados en la ciudad.

El auge de la delincuencia cibernética, asociada a compras en la Red, a nuevas tecnologías y a redes sociales, ha obligado a la Policía Nacional y a la Guardia Civil a reforzar sus investigaciones o a crear unidades específicas. La comisaría de A Coruña cuenta con un equipo especializado en la Brigada de la Policía Judicial formado por tres agentes expertos que se dedican a los casos más graves, generalmente estafas de gran alcance y con movimiento de cuantiosas cantidades. También los grupos de la Policía Judicial de los dos distritos han tenido que añadir desde hace dos años este tipo de delitos a su carga de trabajo habitual (robos, hurtos, lesiones...), aunque más vinculados a injurias o amenazas por internet o en redes.

Cuanto mayor ha sido la dependencia digital de la población más ha crecido la ciberdelincuencia y, por tanto, los cuerpos de seguridad han tenido que adaptase al nuevo tipo de delitos. La especialización es necesaria en el combate contra las estafas, pero el origen de estas prácticas delictivas mediante complejas herramientas informáticas y a través de páginas web gestionadas en otros países o continentes dificulta la aclaración de gran parte de los casos y la detención de sus autores, explican fuentes policiales consultadas.

Aunque el índice de resolución de estafas por internet es bajo, de las que se descubren tras la identificación de la web en la que se origina el delito el 80% corresponden a engaños graves, y el resto, a casos de tipo leve en los que las cantidades sustraídas a las víctimas son inferiores a 400 euros.

Más complicado es dar con los hackers informáticos u otros responsables de los delitos, aunque los que se especializan en clonar tarjetas de crédito tras la realización de pagos en internet son más fáciles de localizar, sobre todo si actúan en España u otro país europeo. En estos casos es posible anular la web desde la que se cometen las estafas una vez identificada, pero sus autores no tardan en abrir otra con el mismo fin.

La recuperación del dinero estafado es muy escasa, apuntan las mismas fuentes. Solo el afectado alivia el daño si dispone de un seguro de la tarjeta o si en los establecimientos donde se han hecho compras en persona con tarjetas clonadas no se ha comprobado la identidad del portador.

Desde comienzos de este año los agentes del 091 en A Coruña se han familiarizado también con el secuestro de datos por medio de virus encriptados. Particulares, empresas y otras víctimas, como un instituto, han sufrido ataques de hackers que impiden el uso de plataformas o sistemas de documentación y actualización de datos, y que para liberarlos exigen pagos en bitcoins.