"¿Por qué cuando nieva los niños salen a divertirse a la calle y cuando llueve no hay vida urbana?", se pregunta el arquitecto Fermín Blanco. Una cuestión que trasladó a los niños participantes del programa que dirige, Nenoarquitectura, en la Fundación Luis Seoane. Las respuestas de los pequeños fueron ingeniosas y creativas. Tanto que han sido seleccionadas para participar en el concurso internacional Life between umbrellas convocado por el Ayuntamiento de Vancouver, en Canadá. "Nunca nos presentamos a concursos porque nuestro objetivo no es la competición pero como este está relacionado con el espacio público creímos que serviría de altavoz a la infancia", cuenta Blanco.

El tema central del certamen es la lluvia. "Debido al cambio climático, la climatología es más extrema. En Canadá hay seis meses de calor pero también seis meses de mucho frío y lluvia. Algo que también pasa aquí. Son las mismas historias. Por eso tenemos que convertir la lluvia en un juego", explica el arquitecto.

Durante un año, los participantes del programa Nenoarquitectura, de entre 4 y 13 años, trabajaron "con su imaginación y su experiencia" para proponer ideas para disfrutar del mal tiempo. "A los niños les gusta el agua, los charcos y mancharse", asegura. Fueron los mayores, de entre 9 y 13 años, los que desarrollaron los proyectos más ambiciosos.

Una de las propuesta seleccionadas se llama Creador de arcoiris. "Hablamos de colorear el agua con tintes y colorantes", cuenta, y añade que así los charcos serían "más atractivos" para todos.

Ya que el problema de la lluvia es que moja, los niños han creado también un paraguas-gorro con luz. "Hay que atacar a los problemas desde la base. Además, al mismo tiempo que juegas sin mojarte, te diviertes con el gorro y la luz", expone Blanco.

El último de los proyectos que ha llamado la atención de los canadienses se basa en "protegerse del agua con agua". "Se trata de una pérgola de agua a presión que crea un espacio en el que nadie se moja", detalla.

En menos de diez días se conocerá el fallo del certamen pero los más pequeños ya han descubierto cómo tener un buen día a pesar del mal tiempo. "Su ingenio y su creatividad han sido claves. Hay que entender que los niños también son usuarios y que no son el futuro, son el presente", comenta Fermín Blanco, que revela que también se han presentado al concurso en el área profesional, aunque todavía no se han publicado qué propuestas son las finalistas. "En esta versión profesional, algunos proyectos se llevarán a la práctica real", informa.

El programa Nenoarquitectura, coordinado por el equipo de Sistema Lupo y desarrollado en la Luis Seoane, nació hace nueve años con el objetivo de acercar la arquitectura a los niños.