Los alumnos de Galicia y Extremadura son los que menos veces han marcado el 900 018 018, el teléfono que ha habilitado el Ministerio de Educación para poner en conocimiento de la institución casos de acoso escolar. Estas dos comunidades fueron las que hicieron menos uso del servicio durante su primer año de funcionamiento y, por ello, Amnistía Internacional ha realizado un estudio con escolares, padres, madres y docentes de estas dos comunidades para analizar cómo se producen estos episodios de acoso, bajo el nombre: Hacer la vista... ¡gorda!, en el que concluye que miles de casos no se denuncian. El Ministerio le acusa de ser "alarmista".

En este informe, escolares coruñeses que fueron víctimas de acoso escolar cuentan su experiencia, pero también lo hacen sus familias y sus maestros y los directores de los centros. En las webs www.es.amnesty.org/acoso-escolar y pupitreslibres.org, una madre coruñesa cuenta la historia de su hijo Juan, que sufrió acoso durante un curso, dentro y fuera de las aulas. El pequeño no se atrevió a contarlo en casa hasta las vacaciones de Navidad; entonces, según explica su madre, se puso en marcha un protocolo, en el que, más que proteger a la víctima, se buscaba comprobar la veracidad de lo que denunciaba, dejando en un segundo plano prestarle ayuda.

"El protocolo de acoso se convirtió en el protocolo de 'a ver, porque el niño se lo puede estar inventando", relata esta madre, que vio cómo cerraban la intervención en el caso de su hijo porque, a diferencia de lo que dice la teoría, su pequeño no se sentía inferior a sus acosadores, así que, de nada valieron las zancadillas, los insultos y motes, porque su caso no se consideraba acoso escolar. Cuenta esta madre que se siente impotente porque no pudo hacer nada para mejorar la vida de su hijo y también por no haber recibido el apoyo de la dirección, así que la única solución que encontró para que el menor dejase de ser el "débil" y "el chivato" fue "cambiarle de colegio".

Pero ¿qué es acoso? No son solo los golpes o los insultos, también que el grupo aísle a uno de sus compañeros, que no lo deje participar en las actividades.

En las conclusiones del informe, que toma también como base una macroencuesta realizada en toda Galicia en 2015 con más de 200.000 respuestas, Amnistía señala que existen miles de casos de acoso pero que son "invisibles" porque no se denuncian y porque no existen datos sobre ellos. "Solo se ve la punta del iceberg de miles de casos que no se registran oficialmente, ya sea como resultado de errores en la recogida de los datos por parte de la Administración, por la falta de formación del profesorado y de padres y madres que lo identifiquen", comentó ayer el director de Amnistía Internacional, Esteban Beltrán.

En el informe constan testimonios de víctimas coruñesas, también de madres que aseguran que no esperan nada de la Inspección de Educación, de adolescentes que no quieren preocupar a sus familias con sus historias de acoso y de progenitores que lamentan no haber estado más atentos.

"Mi hijo, Dawa, tiene nueve años y nació en Etiopía. Es adoptado y vivimos en A Coruña. Los primeros tres años de Primaria, Dawa fue a un colegio concertado. Los niños le llamaban negro y negrata. Decían que olía a mierda", comenta una madre de un niño acosado en la ciudad.