"Soy expósito. Ningún padre me dejaría ir en este viaje". Un total de 22 niños abandonados de la Casa de Expósitos de A Coruña y la Inclusa de Santiago lograron erradicar la viruela en 1803 transportando, en sus cuerpos, la vacuna desde el puerto coruñés hasta América. Una veintena de niños del colegio Labarta Posse de Baio representaron ayer cómo fue la selección y la preparación de cada uno de los pequeños, explicando la procedencia de cada uno. Juan Antonio, Tomás o Jerónimo son algunos de los nombres de aquellos héroes de 3, 6 u 8 años que sus padres dejaron en el torno de aquellas instituciones benéficas y que procedían de Crendes, San Pedro de Nós, Dorneda y otros muchos lugares. "El doctor Balmis dice que hay que llevar la vacuna brazo a brazo", explicaba uno de los alumnos. "Vamos a tener fiebre y unas pústulas", comentaba otro.

El bicentenario del fallecimiento del médico que hizo posible la gesta es lo que se conmemoraba ayer en el muelle de Trasatlánticos coruñés con la teatralización de la partida, que contó con la colaboración de la Armada. Dos goletas, Graciosa y Almansa, de 8 y 15 metros de eslora, realizaron un recorrido por la ría con los estudiantes a bordo acompañados de profesores del centro educativo. A su lado, el patrullero de altura Centinela, de 70 metros de eslora, transportó a las autoridades. Los actores realizaron, a bordo de las naves, una ofrenda floral a la altura del monumento a Isabel Zendal, la enfermera que cuidó y trató a los niños durante la travesía, y la estatua en homenaje a los propios pequeños, en O Parrote, y regresaron al puerto.

La presidenta de la Asociación Isabel Zendal, Pilar Farjas, que organizó el acto de ayer, agradeció la participación de la Autoridad Portuaria y la Consellería de Sanidade, así como la de la Armada con base en Ferrol.

Los estudiantes de Baio, además de contar brevemente la historia de cada uno de los niños y los propios Zendal, Balmis y del colaborador gallego de este, Vicente Antonio Pose Roybanes, también prepararon un pequeño musical. Una pieza teatral preparada durante el curso escolar y que representaron cual intérpretes experimentados, mezclando teatro con canto y danza.

Al finalizar el espectáculo y antes de embarcar en las goletas, Xaquín y Elsa, que interpretaban a Pose Roybanes y Zendal, contaban que son alumnos de 5º de Primaria y cómo estaban entusiasmados por haber podido meterse en la piel de tremendos personajes de la historia. "Me emocioné mucho cuando me dieron el papel porque es muy importante lo que hizo. ¡Imagínate cuidar a 22 niños!", explicaba sonriente Elsa, que añadía que era la primera que actuaba, pese a su soltura sobre el escenario. Su compañero presumía ya de tablas: "Ya fui a clases de teatro y seguiré yendo". Además, Xaquín destacaba la labor del médico al que puso voz: "Tiene un mérito tremendo, tanto como el propio Balmis, porque supieron cómo parar la enfermedad".

El viaje, relataban en la obra de teatro, no fue fácil y la llegada tampoco. Aunque se les prometió una casa y una familia para todos, solo algunos acabaron acogidos por padres mexicanos, pero, como decía el guión, fueron imprescindibles para que la viruela desapareciera a través de una vacuna. Un viaje en el que hoy en día ningún padre permitiría que participara su hijo, y puede que tampoco entonces, pero que sirvió para comprobar cómo la inmunización de toda la población, puesta sorprendentemente en cuestión en el siglo XXI, fue un logro en el que A Coruña y sus niños tuvieron un gran papel.