Treinta años de cambios, alumnos, profesores, lecciones, fiestas y una evolución constante. El instituto Monte das Moas recuerda estos días su inauguración con la elaboración de un mural que conecta con el de 1988 y que sirve como "seña de identidad" del centro, según explica la directora, Ana Romero.

El primero en pintar las paredes del instituto fue el pintor Alfonso Abelenda, que falleció el pasado mes de marzo. Con su particular modo de reflejar la realidad, trazó, con colores, el mar con sus barcos y un luminoso cielo. El nuevo mural es obra del diseñador gráfico Julián Díaz, pero "ambos tienen relación". "Se hizo el nuevo para celebrar los 30 años, además firmado por un exalumno. Son muy bonitos y coloristas. El de Abelenda, además, preside la entrada e incluso es la cabecera de algunos blogs", explica Romero.

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Los dos murales del Monte das Moas

En la nueva creación se ha incluido también "el logo" que elaboraron los estudiantes de Moas, en el que se lee el nombre del centro y el año de su inauguración. "Es algo con lo que se sienten identificados", añade.

Para dar comienzo a esta nueva etapa, los alumnos han salido al patio para dar un pequeño concierto. "Es nuestra forma de celebrar los treinta años e inaugurar oficialmente el nuevo mural", cuenta la directora.

Hay seis profesores que siguen en el Monte das Moas desde el principio, y Romero es una de ellas. Entre risas se define como "unas de las fundadoras" y reflexiona sobre cómo ha cambiado todo. En este treinta aniversario del instituto dejará de ser directora pero asegura que seguirá por los pasillos como docente. "Aguantaré hasta que me echen y la cabeza me funcione", bromea. Pero lo cierto es que tiene ganas de seguir entre exámenes y estudiantes, aunque, asegura, le "queda poco".

De momento, ha decidido dejar de ser directora. "Es un trabajo complicado en el que se invierten muchas horas. Somos los primeros en llegar y los últimos en irnos". Pero no lo dice con rencor ni con desgana. Sus palabras todavía tienen la ilusión del primer día. En parte, gracias al apoyo de sus compañeros. "Siempre he tenido un equipo directivo excelente. Son todos muy trabajadores y funcionamos muy bien. Hay un clima de paz", señala.

Al echar la vista atrás, Ana Romero recuerda un Monte das Moas diferente. "La evolución del centro ha sido como la evolución de la sociedad. El alumnado tiene otros intereses y comportamientos", analiza, a la vez que indica que la "revolución tecnológica" ha agudizado el cambio.

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Los dos murales del Monte das Moas

La todavía directora que hay "más problemas de disciplina" que en 1988, pero reconoce que es "un centro muy tranquilo". Sobre su aspecto, asegura que "solo cambió el color del tejado". "Antes era rojo y ahora, blanco", dice. En general, el Monte das Moas "tiene nuevo proyectos" que se suman a una historia que nació hace treinta años. Un tiempo en el que "han aparecido muchas leyes nuevas" a las que el instituto se ha ido adaptando.

El treinta aniversario se celebró ayer con un pequeño concierto y el festejo también ha llegado a las actividades de teatro y coro. "Además, fue protagonista en el número extraordinario de la revista", cuenta Romero. Llega el fin de curso y queda en el aire si se hará una "acción más festiva" en septiembre.