Director de tres periódicos gallegos en el transcurso de treinta y un años y uno de los columnistas más seguidos a diario por los lectores de esos tres rotativos. Ese es el currículum de Pedro de Llano López, conocido popularmente mediante el seudónimo de Bocelo con el que firmaba sus artículos y sobre cuya trayectoria profesional versa el libro que se presentará mañana a las 20.00 en el Sporting Club Casino. Bocelo. Crónica de un tiempo olvidado 1937-1978 repasa la intensa actividad periodística de aquel hombre enamorado de su trabajo, como destaca su nieto, el periodista Pablo de Llano Neira, coautor de la obra junto con su padre, Pedro de Llano Cabado.

"Muchos coruñeses empezaban el día con el café y la última página de La Voz de Galicia, que era donde salía la columna De sol a sol que escribía mi abuelo", explica Pablo de Llano, quien detalla que en aquellas líneas "hablaba de cosas que importaban a la gente y tenía además un componente de sentido del humor que era muy necesario en aquella época de la posguerra".

Al morir Bocelo en 1998, su hijo gestó el proyecto de escribir un libro que recordase su amplia carrera periodística. Para abordar este proyecto contó con la ayuda de su hijo Pablo, quien se encargó de recopilar los artículos y portadas elaborados por el abuelo a lo largo de su vida. La llegada de Bocelo al periodismo se produjo de un modo curioso, ya que había estudiado en la Escuela de Comercio, donde una de las asignaturas era taquigrafía, una técnica entonces muy útil en los periódicos que le permitió conseguir en 1937 un empleo en La Voz de Galicia.

Un rápido ascenso

"El periodismo a la antigua usanza era un oficio en el que uno entraba de aprendiz de una tarea secundaria de la labor del periódico y poco a poco empezaba a escribir y acababa de periodista toda su vida", señala de Llano. En el caso de Bocelo, poco después de su entrada en la redacción ya estaba redactando noticias, lo que hizo que al cabo del tiempo se convirtiera en redactor jefe y, desde 1947 en director de hecho, aunque oficialmente no pudo serlo hasta 1950.

"Se ve que tenías cualidades naturales y ascendió muy rápido porque Emilio Rey lo vio como un activo importante", comenta el coautor del libro sobre la relación de proximidad que existió entre Bocelo y el entonces editor del periódico, quien llegó a considerarle "como un hijo", según De Llano.En su opinión, la razón del rápido progreso de Bocelo en el periodismo fue "su labor diaria en la empresa en los años cuarenta y el progresivo aumento de la confianza en él de Emilio Rey", quien se percató de que era "buen periodista, joven, muy comprometido y le daba vida al periódico".

Sobre su estilo, considera que tenía "un enfoque muy social y muy humano en una época de muchas penurias y carencias". Bocelo escribía además "muy sencillo para ser accesible a cualquier lector, era ligero, fresco y con sentido del humor", y era, según su nieto "un auténtico enamorado del oficio y que vivía para él".

Pero abordar cuestiones sociales bajo un régimen político dictatorial tenía evidentes riesgos de los que Bocelo era consciente, según explica De Llano, por lo que "siempre se mantuvo dentro de los límites permitidos para no quedarse sin espacio de juego". En su opinión, la práctica del periodismo de Bocelo "fue una especie de funambulismo, porque siempre estaba sobre la cuerda intentando pisar los terrenos de denuncia o de la reivindicación social", a pesar de lo cual las autoridades franquistas le abrieron un gran número de expedientes y le impusieron importantes sanciones de cuyo pago se encargó la empresa, que le protegió en todo momento.

La razón de que esta actitud no fuera respondida con su destitución o despido se explica, para de Llano con que "su apuesta por un periodismo comprometido tuvo que ver con el crecimiento y consolidación de La Voz de Galicia, así como con su estrecha relación personal con Emilio Rey".

La columna De sol a sol fue además el origen de lo que se conoció como "el fondo de Bocelo", iniciativas que promovía para reunir recursos para ayudar a gente necesitada. "Era muy desorganizado y se sorprendía de que aquello hubiera podido durar tantos años", destaca su nieto sobre una actividad mediante la que consiguió una caseta nueva para la mujer conocida como A vella dos caramelos, viuda de Boedo, un anarquista de la Guerra Civil, quien había perdido su vivienda en un incendio y la vio reconstruida gracias al apoyo de vecinos y de niños de un orfanato que trabajaron gratis. También ayudó a niños enfermos y proporcionó una bicicleta a un muchacho que tenía que andar una gran distancia desde su aldea al colegio.

Fiel a sus convicciones

En 1968 se produjo la incorporación a la empresa de Santiago, el hijo de Emilio Rey, con quien Bocelo no congenió, por lo que optó por abandonar La Voz de Galicia. "Para él el periódico era como una familia y era fundamental el respeto y la fraternidad a pesar de las jerarquías", afirma De Llano, quien asegura que su abuelo "no quiso renunciar a sus convicciones y dejó el periódico con gran dolor tanto para él como para Rey, ya que allí fue extremadamente feliz".

A pesar de que el propietario de El Ideal Gallego era la Editorial Católica y Bocelo era "ateo y de ideología izquierdista aunque moderado", fue contratado de inmediato como su director. Para explicar esta decisión, De Llano recuerda que era el inicio del fin del franquismo y que sectores de la derecha y de la Iglesia se estaban modernizando.

"Lo convirtió en un periódico con una agenda como la que tenía en La Voz de Galicia, aperturista y progresista", comenta sobre la tranformación y modernización de este medio, al que considera que "mejoró mucho", aunque al cabo de tres años bajo su mando tuvo que marchar "porque su apuesta fue demasiado valiente para la Editorial Católica", que le exigió rebajar su tono progresista y de nuevo rehusó renunciar a sus principios.

Fue entonces cuando pasó a dirigir en Lugo El Progreso, donde volvió a disfrutar con la profesión porque el ambiente del periódico en aquellos era muy familiar, aunque en 1978 debió retirarse de forma anticipada por problemas de salud. Veinte años más tarde, Bocelo falleció y hoy en día, según su nieto, "ha caído en el olvido porque al salir mal de la empresa, La Voz de Galicia nunca ha hecho nada por recuperar su legado a pesar de haber sido uno de los directores más importantes de su historia".