Para Fernando Mosquera, pensionista de 67 años, nunca ha existido el armario. Su homosexualidad nunca fue un secreto para su familia, una rara avis en sus tiempos. Admite que muchos de sus amigos no tuvieron tanta suerte. "Nunca tuve ningún problema, ni con mis amigos ni con mi familia. Tengo amigos a los que en su día les han dado palizas por ser homosexuales, o han roto con su familia". Fernando asegura que nada es más importante que el apoyo familiar cuando una persona LGTB manifiesta su orientación o su identidad. "Si me acepta mi familia, el resto me da igual", afirma. Los años han pasado, pero este coruñés no olvida que, durante el franquismo, el colectivo no lo tenía tan fácil como ahora para vivir libremente con sus identidades y condiciones.

"Las cosas han mejorado mucho, sí. Ahora puedes ir por la calle sin que nadie te diga nada.Tienes unos derechos que antes no tenías. Antes ibas por ahí y te decían de todo, y como lo escuchase un Guardia Civil ya estabas fichado". Recuerda a muchos de sus amigos, asesinados en prisión, de quienes se decía que habían muerto de gripe. "No era por la gripe, era por la cantidad de palos que te daban". Para Fernando Mosquera, fundador de la primera agrupación hispanohablante de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales, nacida durante sus años como emigrante en Suiza, donde ejerció de cocinero e intérprete, el activismo no supone algo ajeno. "Antes de irme a Suiza, también ayudaba a la gente de por aquí, me encargaba de gestionar los asuntos de los enfermos de sida. Luego estando allí, me encargaba, en ocasiones, de repatriar a algunos que murieron en Ginebra de la enfermedad", relata. Luego, ya de vuelta en A Coruña, formó parte del desaparecido colectivo Milhomes, una de las primeras asociaciones LGTB de la ciudad. Organizó varias celebraciones del Orgullo, cuya asistencia era, al principio, más reducida que en las convocatorias de hoy, con las que, no obstante, se muestra algo crítico. "La gente tenía miedo de significarse con el Orgullo. Ahora se acude más que antes, pero creo que se está convirtiendo más en una fiesta que en otra cosa. Se puede hacer fiesta, sí, pero no podemos olvidarnos de reivindicar". Fernando Mosquera no se muestra, no obstante, preocupado por un posible retroceso con el nuevo auge de la extrema derecha en el país, que puede amenazar lo conseguido por el colectivo hasta el momento. "No me preocupa, no creo que esto se pueda parar. Hemos luchado mucho, y seguiremos luchando. Ahora lo que hace falta es que los colectivos se unan todavía más. Hace falta todavía más unidad entre nosotros".