Elisa y Marcela; Stonewall. Una historia de amor en el albor del siglo XX precursora del matrimonio entre dos personas del mismo sexo; los disturbios por la represión policial contra los colectivos homosexuales en Nueva York, de los que el próximo 28 de junio se cumplirán justo 50 años. Estas referencias, trasladadas en los últimos años al cine por Isabel Coixet y Roland Emmerich respectivamente, son de algún modo hoy y durante la próxima semana catalizadores del Orgullo, espejos en los que la comunidad LGTBQI se mirará para defender y visibilizar sus derechos y reconocimientos afectivo-sexuales. Pero no solo en la memoria histórica buscarán reflejo los colectivos, también reivindicarán la libertad sexual de los mayores.

Mayores sin armarios. ¡Historia, lucha y memoria! Por una Ley LGTBI es el lema oficial del Orgullo 2019 y sirve para darle impulso a algunas de las actividades promovidas este año por colectivos coruñeses, con el próximo viernes 28 como significativa efeméride de Stonewall. "Está muy bien educar a los niños y a los jóvenes en diversidad, pero también es necesario hacerlo a las generaciones mayores, porque de nuestros mayores no se suele tener en cuenta su sexualidad. En residencias o centros de día no hay educación en sexualidad y hay gais y lesbianas que cuando son usuarios de estos centros vuelven a entrar en el armario porque en su entorno nadie piensa que a esa edad se pueda ser transexual o bisexual", explica Carlos Emilio Mella, presidente de A.L.A.S. A Coruña.

En esta línea coincide Víctor Caramés, activista y coordinador LGTBI del PSOE A Coruña, desde la perspectiva de la imagen que los colectivos de gais, lesbianas, transexuales y bisexuales tienen en la sociedad: "Nuestra lucha es también contra los estereotipos de que los gais somos jóvenes y guapos, estamos cachas y vivimos en un mundo imaginario. No es así. Todos nos hacemos mayores y cuando algunos llegan a una edad son apartados socialmente".

Rocío Fraga, concejal de Igualdade e Diversidade en el mandato de Marea Atlántica, se desmarca de lemas y consignas específicas y propone una reflexión "más política que festiva" por la defensa de los colectivos LGTB. "Hace falta huir del Orgullo Gay oficial, del patriarcado rosa, y centrarse en los avances que las demás letras, no solo la G, necesitan experimentar, como la inclusión en el mercado laboral de otras personas discriminadas. A los cambios verdaderos ayudan aspectos como que recientemente tuvieran más visibilidad y repercusión historias de menores transexuales", señala.

Los retos que este año afrontan los colectivos LGTBQI no difieren mucho de los promulgados en los anteriores, no solo alrededor de la señalada fecha del Orgullo, el 28 de junio. La caída de barreras a la integración, la implicación conjunta entre colectivos y cargos institucionales para no abrazarse a la misma causa desde distintas posiciones, la aprobación de una ley estatal, la educación en diversidad y la "lucha pacífica" contra la LGTBIfobia son metas que trascienden a la mera celebración de la condición sexual y a su repercusión social.

"Frente a cualquier evolución positiva, las agresiones que se siguen produciendo son el principal obstáculo que hay que superar", considera Caramés. "La respuesta pacífica a la violencia debe ser la herramienta con la que demostrar poder. En 2018 el Observatorio coruñés contra la LGTBIfobia contabilizó 33 casos, frente a los casi 400 de Madrid. Pero son muchos los casos que no se denuncian", apunta Carlos Mella.