Cuando Isabel Moure era pequeña, los fines de semana, su familia se metía en el coche y se iba a la zona de A Grela "a ver terrenos" y ahí, se pasaban las horas, con el perro corriendo a sus anchas, e imaginando cómo sería tener instalarse allí. "Yo llegué a vivir aquí", cuenta Moure que ahora es vocal de la junta directiva de la asociación de empresarios del polígono de Agrela. Por primera vez este órgano es paritario, con cuatro mujeres en la directiva y una gerente, y lo preside una mujer, la directora de Marineda City, Ana López. Dicen que vienen "rompiendo" aunque solo metafóricamente, porque su intención es la de seguir creciendo en el polígono, "seguir con el trabajo que se ha hecho" hasta el momento y enfrentarse a problemas heredados y nuevos.

"Tenemos un reto, que es el de la movilidad, es el elemento más crítico y el que más trastornos causa tanto a trabajadores como a los usuarios, ya sean visitantes o clientes y, como somos mujeres, también tenemos el reto de poner en valor el papel de la mujer, tanto como empresaria como trabajadora. Hemos estado siempre, pero ahora queremos ser más visibles" explica Ana López.

María Begoña López, que es secretaria de la asociación, sabe bien qué es eso de hacerse un hueco en un sector que no reconocía la labor de las mujeres. "Yo llevo treinta años en una empresa familiar, del sector del metal", explica. Cuando entró, de la mano de su padre en este negocio de la venta, alquiler y reparación de maquinaria para la construcción, eran "cincuenta hombres y una mujer". Recuerda que, cuando la empresa se mudó de Alfredo Vicenti al polígono, "todo eran leiras" y que, tanto su padre como su tío "se empeñaron para construir la primera nave". Su integración fue "poquito a poco" intentando luchar contra la "mentalidad machista y contra toda la testosterona" que reinaba en la empresa. Actualmente, las diferencias se han ido reduciendo y ya son cinco las compañeras que integran el negocio.

Hablan del polígono como "un hijo" al que han ido acompañando en sus pasos y que recibieron ya un poco crecidito de quienes, antes que ellas, tuvieron la iniciativa de convertir unas tierras baldías en un polígono industrial y comercial.

Isabel Moure tiene desde hace 28 años una empresa de carpintería de aluminio, aunque está vinculada a Agrela casi desde que nació. Sus padres eran empresarios y de esos paseos de fin de semana, salió la idea de instalarse en el polígono. En aquella época en la que "los terrenos eran asequibles y no como ahora", su familia compró varias parcelas y edificó en una de ellas una nave para su empresa, que era del sector textil.

En el caso de Eva Brea, que es vocal de la directiva, fue su madre la que, hace 32 años, tuvo la idea de instalar una funeraria en Agrela y actualmente, son seis hombres y cinco mujeres en la empresa. Fue el primer tanatorio que hubo en el polígono y cuenta que, mientras pudo, su madre pasaba todos los días por la empresa, sin importarle que ya le hubiese llegado el momento de jubilarse.

En un polígono en el que conviven empresas pequeñas con gigantes como Marineda City o Estrella Galicia no es fácil que todas las partes estén de acuerdo en el rumbo a seguir porque sus intereses no siempre son los mismos. La gerente de la asociación, Teresa Firvida, revela que intentan llegar siempre a un punto intermedio, a la solución "menos mala" para todos.

Reivindican que son un barrio más de la ciudad, un barrio al que acuden diariamente 20.000 personas, por lo que exigen mejores conexiones. "Es que nos obligan a venir a trabajar todos los días con el coche", comenta Ana López, "y en cada coche va una persona, no pasa como en otras ciudades en las que los trabajadores lo comparten" explica Isabel Moure, que cree que se necesita mucha pedagogía, además de una reorganización de las líneas del bus y también inversión para que la bici sea una alternativa real para las personas que van diariamente al parque empresarial.

Así que, confían en la "voluntad política" para arreglar este problema que llevan arrastrando toda la vida y también, en la colaboración de los conductores para que, si finalmente se ponen en marcha aparcamientos disuasorios, los usen y se acabe la ley de la selva que impera al aparcar en Agrela. Firvida defiende que debe ser la Administración la que tome la iniciativa de mejorar la movilidad y, a partir de ahí, que las asociaciones trabajen "sobre ese modelo".

En la directiva, cada uno de los miembros puede pasar hasta un máximo de ocho años, para Eva Brea, uno de los objetivos que le gustaría alcanzar en este periodo es el de sumar más socios para tener más músculo a la hora de conseguir mejoras. Para Isabel Moure es importante no descuidar la urbanización ni la estética porque es una de sus señas de identidad. "Somos el primer polígono en Galicia que ha conseguido la marca de calidad y el tercero de España", comenta Firvida, que asegura que hay empresas que no se van de Agrela porque sus clientes quieren que estén ahí, "a un paso de la ciudad".