Amigos que persiguieron un sueño. Y lo consiguieron. Aunque algunos se quedaron por el camino. Hoy la Torre de Hércules es Patrimonio de la Humanidad gracias el empeño y la pasión de aquella pandilla formada por Segundo Pardo, José Luis Vázquez Iglesias Manito, José María Bello, Kiko Michel y Fausto Galdo. La hija de Segundo, Carolina Pardo, aprovecha que se cumplen diez años de aquel momento para sacar el baúl de los recuerdos.

Todo empezó en 1989. "Entonces se conocieron mi padre y Manito, que era un apasionado de la Torre, y lo empapó de esa pasión", desvela Carolina. Uno por exconcejal y el otro por médico movieron contactos para llevar a más gente su idea de que la Unesco reconociese el faro romano. "Decidieron hacer una asociación para impulsar esto", señala.

El camino hacia la declaración no fue fácil pero sí largo, y las puertas se empezaron a abrir con el alcalde Javier Losada y el ministro de Cultura, César Antonio Molina. Pero antes, en 2007, tocó decir adiós Manito y eso dejó huella en Segundo Pardo, que se empeñó en llevar el expediente adelante por su amigo. "Mi padre fue muchas veces a Lugo y los que consiguieron que la muralla fuese Patrimonio de la Humanidad lo ayudaron en todo", dice, a la vez que recuerda como anécdota que tuvieron que contratar a un traductor "porque el expediente también había que presentarlo en inglés".

Carolina Pardo reconoce que su padre fue "la cabeza visible" de este movimiento, pero detrás había mucha más gente. "Como Luis Maside, Fernando González Laxe y Arsenio Iglesias", apunta. No solo llevaron a cabo todos los trámites que exigía la Unesco sino que también reunieron 240.000 firmas. "Tuvieron mucho peso", asegura.

Los últimos meses antes de la declaración de la Torre de Hércules como Patrimonio de la Humanidad están un poco "borrosos" en la mente de Carolina. Sí recuerda que "fue muy duro" y que su padre "no paraba de trabajar", hasta que un 27 de junio de 2009, en Sevilla, la Unesco reconoció al faro coruñés. El sueño, entonces, se hizo realidad. "Mi padre se fue a Sevilla. Yo estaba en la boda de unos amigos, intentando seguir qué ocurría y hasta brindando por la Torre, mientras que mi hermana celebraban en la plaza de María Pita", expone.

En cuanto pudo hablar con su padre, Carolina notó que estaba "destrozado por el cansancio", a la vez que "lloraba" de la emoción por lo conseguido. Siempre con Manito presente. Aquella declaración no fue lo único que presenció Segundo Pardo. También el hermanamiento de la Torre con la Estatua de la Libertad de Nueva York. "Fue súper emocionante", reconoce su hija.

Esta década, para Carolina Segundo, ha pasado volando. "Me parece que fue ayer", confiesa. Lo que más pena le da es que "se ha ido mucha gente". "Y algunos a destiempo", añade. El último fue su padre, en agosto del año pasado, a los 78 años. "Lo que no quiero es que esto se pierda. Hay que seguir conservando ese Patrimonio de la Humanidad y eso le toca a los políticos. No nos podemos relajar", opina.

Carolina Segundo asegura que la Torre de Hércules es "un símbolo de la ciudad", pero también de su "familia". Esta carrera por la declaración de la Unesco coincidió con el nacimiento de Brais, uno de sus sobrinos y primer nieto de Segundo. "Siempre le contaba historias del faro y de Gerión. No nos dimos cuenta de que el niño iba interiorizando esto hasta que un día, cuando tenía tres o cuatro años, se acercó a la Torre y llamó a la puerta para saber si estaba mi padre", cuenta. Así fue como el monumento romano empezó a ser para la familia Pardo "la Torre del abuelo".

La tradición continúa y los paseos por el entorno del faro nunca faltan. "Vamos en bici y siempre hay una parada obligada, entre la Torre y la Casa de los Peces, para hacernos el selfie oportuno. Si estoy con mis sobrinos, les cuento historias sobre el monumento", señala Carolina, que todavía conserva el expediente que se envió a la Unesco y un libro de firmas. "Quizá esto debe formar parte del Centro de Interpretación de la Torre", propone.

Más allá de la importancia del faro para su familia y los coruñeses, la hija de Segundo Pardo asegura que el reconocimiento de la Unesco fue también un impulso para el turismo. "Santiago tiene la catedral y nosotros, la Torre. Eso hay que explotarlo sí o sí", concluye.