A la Torre de Hércules le rasgaron las vestiduras en 1905. Ese verano unos operarios retiraron el papel estampado, las telas de arpillera y los falsos techos con que se habían forrado hacía años las paredes interiores para ocultar la piedra original de este monumento romano. El empapelado de la Torre es uno de los episodios más curiosos, desconocidos y no del todo aclarados aún de la historia de este faro. Y el sospechoso principal de este crimen cultural es el que entonces era su director, Agustín Antelo hijo, con una vida que daría para novela o película.

No ha llegado a estos tiempos una descripción exacta de si el tapizado interior se hizo con papel de florecitas u otro estampado. La prensa de la época, a finales de septiembre de 1905 supo de esta decoración de la Torre como si fuese una casa particular al ver las obras de desempapelado. Se había ocultado toda la sillería interior de arriba a abajo y las bóvedas de cañón estaban engullidas por falsos techos. En los medios de entonces se apuntó que la razón de esta singular acción había sido la de hacer más acogedor el lúgubre interior de piedra a la visita de la reina Isabel II.

La reina visitó A Coruña en 1858 para inaugurar las obras de la línea del ferrocarril a Madrid. El escritor, periodista y miembro fundador de la primera Academia Galega, el coruñés Francisco Tettamancy, también apuntó en 1920 en su publicación La Torre de Hércules. Impresiones acerca de este antiquísimo faro bajo su aspecto histórico y arqueológico, que el motivo del "censurable" hecho de "ocultación" en "toda su integridad de su aparejo primitivo" mediante "lienzos de papel" se debió a la "regia visita" de la reina y sus hijos.En Ciudad y Torre. Roma y la Ilustración en La Coruña, editada en 1991 con colaboración de la Junta de Obras del Puerto de A Coruña, figura también esta hipótesis. En este artículo se destacaba que se realizó una actuación "cuando menos pintoresca" que fue "revestir de papel estampado, construyéndose también falsos techos a fin de domesticar el pétreo interior romano", con motivo "al parecer de la visita de la reina Isabel II y sus hijos a La Coruña en 1858".

La Torre estuvo tapizada por lo tanto durante casi 50 años, desde 1858 a 1905. Otros autores apuntan a que el empapelado se hizo años antes. Javier López Vallo del Arquivo do Reino de Galicia y miembro de la Asociación de Estudios Históricos de Galicia publicó en un boletín de Amigos do Arqueolóxico da Coruña en 2008 que está documentado que al menos desde diciembre de 1853 la Torre ya tenía "cielos rasos", le habían puesto falso techo. Esto entronca con que esta cuestionable decoración podría haberse efectuado ya para la visita anterior de otros distinguidos personajes, los duques de Montpensier (él miembro de la familia real francesa y ella, de la familia real española), que visitaron Galicia en 1852.

En todo caso, el interior del faro estuvo con papel estampado falso techo, alfombras en el suelo, cuadros en las paredes y otro mobiliario doméstico, durante décadas. Investigadores, arqueólogos, escritores y eruditos estuvieron años reclamando que se pusiese fin a esta profanación, entre ellos el arqueólogo portugués José Leite de Vasconcelos. Tettamancy dice que la Dirección General de Obras Públicas por fin escuchó las demandas. También existe constancia de la solicitud del en aquel momento director del faro, Salvador López Miño, para recuperar los paramentos originales.

Los trabajos de rasgado del papel y reposición a su estado original se iniciaron en julio e incluyeron la retirada de una balaustrada de madera de las escaleras para sustituirla por un pasamanos de sillería en 1909. La pregunta es obvia. ¿A quién se le ocurrió el "mal gusto", como calificó Tettamancy, de ornar la Torre? La Enciclopedia Moderna de Francisco de Paula Mellado, entre otros autores, atribuyen a Agustín Antelo el arreglo y decoración interior del edificio. Javier López Vallo recuerda que cuando Antelo se fue del faro reclamó varias pertenencias, entre ellas nueve cuadros y varios muebles y cortinas, y respecto al falso techo le indicaron que podía quitarlo si reparaba los desperfectos que ocasionaría (y decidió no tocarlo).

En 1830 se nombró director del faro a Juan Agustín Antelo, relojero de Ferrol. Su hijo, del mismo nombre, le sustituyó tras enfermar éste y al morir en 1844 ya pasó a ocupar oficialmente la vacante que dejó su padre. Según López Vallo, a Antelo le perdieron sus ínfulas. Fue profesor de la Escuela Práctica de Faros que se abrió en la Torre en 1849 y le nombraron caballero de la Real Orden Americana de Isabel la Católica. Ingenieros de la época dejaron constancia escrita de que era un buen profesional pero de moral flexible, "un farsante y un tonto presuntuoso pedante", un "solemnísimo ignorante" y un ser "miserable" que se hacía pasar por ingeniero cuando era torrero.

Él se encargó de los gastos de arreglar la torre por la visita de los duques de Montpensier en 1852 y por eso se piensa que la idea del empapelado fue suya. En 1853 le cesó de director del faro el ministro de Marina tras muchas quejas de sus superiores. Incluso fue suspendido de empleo y sueldo. Se le trasladó a Bilbao, volvió a tener problemas porque supuestamente pedía dinero a sus alumnos para aprobarlos. En 1854 fue separado definitivamente del servicio por real orden y estuvo a punto de ser encausado. Sin embargo logró un empleo en la Armada, luego fue comisario de Ferrocarriles y ahí fue suspendido de nuevo. Reingresó en la Armada y al final fue nombrado teniente de navío y luego capitán de Infantería.