"Ni en mis sueños más optimistas estaba tener una oportunidad como esta". José Trigueros, percusionista principal de la Sinfónica de Galicia (OSG), todavía está asimilando la noticia que la dirección le confirmaba hace apenas unas semanas a la banda. La propuesta ya le había llegado en 2018, pero, a unos meses de la nueva temporada, la realidad golpea ahora. "Es un privilegio poder ocupar este puesto, aunque también una responsabilidad. Lo afronto con mucha ilusión", asegura el músico, nombrado director asociado de la orquesta.

Durante las próximas dos temporadas„ prorrogables a una tercera„, el intérprete compaginará las baquetas con la batuta, dentro del grupo que le ha visto crecer como artista. En él lleva casi 20 años, desde unos tempranos 21, cuando el entonces responsable del grupo, Víctor Pablo Pérez, le daba la oportunidad de unirse a la plantilla. Al frente de ella se estrenó en el 2008, en el Festival Mozart, y de nuevo este marzo con un concierto de Strauss y Rachmáninov. Tomar el mando, y guiar a sus compañeros para transmitir con pulso las emociones de las partituras, será más habitual a partir de ahora con su nuevo cargo en la banda, a cuya disposición se pondrá "para todos aquellos proyectos en los que pueda resultar útil".

Las labores de Trigueros como asociado están rodeadas de cierta bruma y muchas más particularidades. El músico define el título como "una figura no definida", a la que se suma, además, el caso "poco habitual" de formar parte de la Sinfónica desde el propio foso. Tras muchas deliberaciones junto a Dima Slobodeniouk, batuta titular, y el gerente Andrés Lacasa, sus funciones se encuadran en asistir "cualquier actividad extra que surja", y servir de apoyo frente a los frecuentes viajes del director para grabaciones o actuaciones. Frente a estos planes más abiertos, el intérprete tiene asegurado el liderazgo de la formación en "al menos un programa" de la temporada de abono, para la que ha cerrado un repertorio adaptado al sabor general del ciclo.

Los próximos desafíos de la OSG, desvelados la pasada semana, contarán con un especial protagonismo de la música francesa. Trigueros ha diseñado en ese marco un recital que "encaja como un guante", con piezas de Debussy, Ibert y Poulenc, que hará sonar la tarde del 15 de mayo. En noviembre, recaerá además en sus hombros la dirección de la final de un concurso de piano y chelo, que tendrá un concierto como cierre. La cita más atractiva, sin embargo, será mucho antes, el 17 de agosto, cuando guiará a la formación en su tradicional concierto por las Fiestas de María Pita.

"Es la actuación más especial para la orquesta y me hace mucha ilusión poder dirigirla por primera vez. Los músicos se reencuentran con su público tras las vacaciones y entrar en la plaza y verlo ahí esperando.... Es muy bonito", asegura el percusionista. Para la fecha, Trigueros adelanta que ha preparado "un concierto vistoso", con música popular rusa de autores como Mijaíl Glinka. Las composiciones serán "brillantes", pero eso no rebajará los nervios que sentirá en su nuevo puesto en el atril, que se llena en su caso de "presiones añadidas". Cada vez que coge la batuta frente a la Sinfónica, confiesa el músico, la responsabilidad le cae como una losa sobre los hombros. "Por una parte es porque intentar estar a la altura de esta orquesta no es nada fácil, y, por la otra, porque son mis compañeros", apunta el intérprete, que no se acostumbra a la sensación, a pesar de tener ya tablas y haber recibido el reconocimiento del grupo en varias ocasiones.

En 2015, durante la primera edición de las clases magistrales de dirección de Slobodeniouk, el músico obtuvo la mejor valoración por parte de sus compañeros de plantilla. Asegura que la aceptación de la banda fue vital para el nuevo puesto que ocupa, que "cayó por su propio peso" por la relación cada vez más frecuente que mantenía con ella como líder. "Ha sido un proceso largo. Cada vez tenía proyectos con más responsabilidad, y se decidió que eso tuviera un reconocimiento y un nombre", cuenta el músico. La resolución bailó durante meses en el secreto, tras ser aprobada en 2018 por el órgano rector de la OSG. El cargo se anunció con el programa de la temporada, y el músico sumó una bola más a su número de malabares, en el que combina su papel de percusionista con la dirección de orquestas como la de Valencia, la de Córdoba o la de Extremadura.

Un reflejo en Slobodeniouk

El nuevo capítulo que se abre en la carrera de Trigueros tendrá red de seguridad con nombre y apellidos. Dima Slobodeniouk será un apoyo clave para el percusionista, que solo tiene palabras de agradecimiento con su director titular. El músico define al maestro como a "una de las batutas con mayor proyección en el extranjero". Reconoce que puede pasarse horas debatiendo con él sobre música, "incluso por WhatsApp", por donde le escribe para preguntarle por compases y partituras mientras está de viaje por el globo.

Como director asociado, la relación con Slobodeniouk se intensificará. "Tendré contacto permanente con él. Le haré una propuesta, pactaremos...", apostilla el intérprete, que lo toma como ejemplo en sus múltiples incursiones en la dirección. Del ruso dice haber aprendido "a ser exigente, pero también humilde y tranquilo", y a "transmitir la esencia de la obra sin imitar a nadie". Guarda celosamente aquel consejo que siempre le repite, "haz música y sé tú", que tratará de convertir en el leitmotiv de su trayectoria como asociado en la Sinfónica.

Trigueros, que probó la dirección "por curiosidad", aguarda que este puesto sea "un punto de inflexión" en su carrera. Como director no tiene "pretensiones", igual que no las tenía de encabezar la orquesta, y no se plantea más objetivo que "hacerlo bien" y "evolucionar". La meta, dice, es siempre el "mañana", y agosto se acerca. Ahí está el desafío.