Cada vez que planea las exposiciones que ofrecerá a lo largo del año, Ana María Souza siempre deja un hueco para lo que se hace en casa. Lo hace desde el principio, desde que abrió hace 14 años la galería Xerión, que se ha convertido en un hogar amigable para la mayoría del arte gallego. Este verano, en sintonía con otros centros de la ciudad, el espacio abrirá las puertas a una muestra colectiva, en la que la visión artística de Galicia cobrará todavía más protagonismo. Hasta el 31 de julio, y desde esta tarde (20.00 horas), se reunirán entre sus paredes alrededor de 70 pintores y escultores de la tierra, a los que la galerista ha querido sumar "un cariño" en homenaje a Alfonso Abelenda.

La directora era una vieja amiga del pintor, que fallecía este mes de marzo tras un posoperatorio complicado. "Yo le quería mucho, nos conocíamos desde hace dos décadas. La pena es no tenerlo aquí", lamenta Souza, que proyecta esta muestra individual "en su recuerdo". Sus obras han cargado una lista de firmas ya de por sí densa, en la que los metros de la galería no casan con los cuadros. Durante este mes, el centro irá rotando cada semana las piezas para poder dar cabida a todos los artistas, que comparten obras desde principios del siglo XX hasta la época actual.

Lugrís Vadillo, González Collado, Barreiro y Mili Galán son algunos de los pinceles a los que les tocará estos días un hueco en el espacio. Les darán la réplica las esculturas de Patiño, Miguel Couto o Ánxeles Penas, y un atestado fondo de galería en el que la mano gallega se mezcla con otras banderas como la de Francia o México. En Xerión, como dice Souza, "hay de todo, pero bueno". Los exponentes de su muestra coral son ya asiduos del centro, casi "como de la familia" para ella, que los recibe cada año en las exposiciones de primeras figuras que organiza tanto en verano como en invierno.

"Todos tienen el mismo referente común, pero también una personalidad tremenda. Es por eso por lo que funcionan", asegura la directora, que confiesa entre sus favoritos un paisaje de Peteiro, y el retrato ferrolano que acomete Collado al estilo cubista. También Abelenda, con una sala dedicada a su persona, le toca el corazón. Su talento se recoge a través de una veintena de marinas y esbozos realistas, a las que se suman dibujos y alguna que otra obra erótica.

Asegura Souza que el coruñés "era un genio", al que tuvo la suerte de conocer en una cafetería del Orzán. "Tenía su estudio justo debajo de la casa de mi tía. Yo encargaba en un bar la cena y, mientras esperaba, se presentó", recuerda. Cuando abrió el centro en su anterior sede en la calle Modesta Goicouría, el artista le llevó rápidamente dos obras, y se convirtió en colono permanente de su fondo de galería. Allí convive hoy su destreza con la de otros autores de su generación, pero también con nuevos creadores como Óscar Cabana, que le dará el relevo en la próxima exposición en el local.