Nací en León, pero al poco tiempo de nacer mis padres, Luis y Teresa, se trasladaron a esta ciudad, por lo que puedo considerarme coruñés. Nos instalamos en Monelos, junto al cine del mismo nombre, que me trae muchos recuerdos por las muchas películas infantiles que vi allí.

Mi padre, nacido en Ourense, era funcionario de Hacienda, y conoció en plena Guerra Civil en León a mi madre, cuya dedicación desde que se casó fue atender a sus hijos, ya que tuve siete hermanos: Luis Ignacio, María del Socorro, Marta María, María del Carmen, Francisco Javier, María Jesús y Amparo.

Cuando yo tenía nueve años nos trasladamos a la calle Pondal, en Riazor, en la que viví hasta que me casé en los años sesenta con Trinidad, a quien conocí en el colegio Atenea, del que era el director y al que le cambié el nombre por el de Los Mallos cuando se abrió la ronda de Outeiro.Tenemos dos hijas, Belén y Paloma, quienes nos dieron dos nietos Diego y Lara. Esta última nos dio además un biznieto que se llama Irai.

Cuando vivía en Monelos mi pandilla infantil estaba formada por los hermanos Culebras, Manolo Álvarez, Cuqui, Freire y Napoleón. Jugábamos casi siempre en la explanada de la Estación del Norte y los campos de los alrededores, que llegaban hasta la Granja Agrícola y las fábricas de salazones de mi barrio, tras cuya desaparición se construyó allí la central lechera Leyma. Jugábamos a las bolas, las chapas y la pelota, pero también cazábamos gorriones, ranas y lagartos con tirachinas que hacíamos con cualquier goma que encontrábamos.

Cuando iba al cine lo hacía con mi pandilla y siempre a las butacas de general, que eran las más baratas, aunque allí se cogían muchas pulgas a pesar de que antes de que empezara la película el acomodador nos regaba con el insecticida ZZ, que mataba a todos los bichos. Además de al Monelos íbamos a los Gaiteira y Doré, en los que era frecuente que se marchara la corriente, sobre todo en invierno, por lo que el cine se quedaba a oscuras bastante tiempo y los chavales aplaudíamos y pateábamos para volver loco al pobre acomodador, que solo podía alumbrarnos con la linterna para que nos calláramos.

Estudié en el colegio fue el de los Maristas junto con algunos de mis antiguos amigos de Monelos, por lo que lo pasé muy bien con ellos, ya que bajaba con ellos al centro para ir al cine, así como a la sala de juegos recreativos El Cerebro, en la que había las primeras máquinas electrónicas. Tras acabar el bachillerato marché a Santiago para ingresar en el seminario de Belvís, donde hice los estudios de Humanidades. Después fui al seminario de Burgos a hacer Filosofía, pero al terminar esos estudios decidí no ejercer el sacerdocio como había pensado inicialmente y dedicarme a la enseñanza desde los veintidós años y hasta 1994, año en el que cerré el colegio que había fundado. Durante los años que trabajé en el colegio me preocupé por la vida del barrio y llegué a ser presidente de la asociación de comerciantes y del centro social de la Sagrada Familia.

Posteriormente fui uno de los impulsores del aparcamiento subterráneo de la ronda de Outeiro, que permitió que se dinamizara la vida comercial del barrio y de cuya gestión me encargo, así como de la entidad Distrito Mallos.

Testimonio recogido por Luis Longueira