El Concello está a la espera de un informe de la Dirección Xeral de Patrimonio sobre un petroglifo aparecido en la zona de Nostián para poder otorgar licencia de obra a Repsol para la construcción del poliducto que conectará el puerto exterior de punta Langosteira con la refinería. La Concejalía de Urbanismo, que dirige Juan Díaz Villoslada, afirma que intentará "agilizar" todos los permisos que tramita para este proyecto, pero, por ahora, uno de los principales no puede avanzar hasta que la Xunta no remita el documento en el que analizará la afección de los trabajos a los restos arqueológicos.

Fue en el mes de abril cuando el arqueólogo municipal, Marco Antonio Rivas, cerró el informe sobre el petroglifo y lo envió a la Xunta para que los técnicos constaten si los agujeros en la piedra son de origen geológico y humano. Ya se preveía entonces que, dependiendo de esta valoración, el hallazgo pudiera influir en el trazado del poliducto, ya que ni el plan general ni Repsol tenían documentado este resto arqueológico. Será Patrimonio el que decida si se tienen que adoptar medidas cautelares para salvaguardar el bien patrimonial.

En aquel momento, la compañía petrolífera se mostraba dispuesta a realizar estudios complementarios para verificar que no habría afección al elemento en las obras, ya que en la memoria arqueológica que ya tenía elaborada no se había catalogado como patrimonio cultural. También explicaba que se harían "a la mayor brevedad posible" para evitar demorar la ejecución de la conducción, vital para el futuro de la compañía en la ciudad.

Desde hace casi cuatro meses, el Concello espera a este informe para poder dar el visto bueno a una de las licencias de obra solicitadas por Repsol mientras que el arqueólogo alertaba de que, de confirmarse que es un hallazgo arqueológico, habría que evitar la afección. "Si es arqueológico, no hay duda, hay que tomar las medidas cautelares necesarias para intentar mitigar el impacto sobre el bien y, también, incluirlo en el catálogo", apuntaba Rivas, que añadía que sería denominado como Bien de Interés Cultural (BIC) por ser una muestra de arte rupestre al aire libre. El informe del funcionario apuntaba a que a 32 metros del hallazgo está situado el castro de Nostián, donde ya se encontró un monolito con un grabado en zigzag que ahora está en el castillo de San Antón.

Licencia en Arteixo

Mientras en A Coruña el trámite administrativo de la obra está pendiente, en Arteixo, por donde también discurrirá el poliducto, el proceso de concesión de permiso municipal está a punto de finalizar. Hace escasos días que la multinacional energética anunciaba que estaba "en los últimos pasos de la tramitación" y desde el Concello cuantificaban en 859.000 euros los ingresos a las arcas municipales que supondría la licencia. El pago del impuesto sobre construcciones, instalaciones y obras (ICIO) obliga a la empresa a abonar esta cantidad antes de que el permiso esté, de manera efectiva, concedido. El coste total de la obra en terreno arteixán será de 18,9 millones de euros y serán once tuberías las que discurrirán por este suelo, de las cuales cuatro estarán destinadas al transporte de crudo y, el resto, a otro tipo de combustible, aunque inicialmente no se utilizarán.

La infraestructura discurrirá 2.500 metros por el municipio, partiendo de la dársena de Langosteira, bordeando el sur del núcleo de puerto de Suevos, bajando por el entorno del campo de fútbol y llegando hasta la autovía. Seguirá en paralelo a esta carretera hasta entrar en A Coruña, donde pasará por el núcleo de Nostián, lugar en el que el trazado podría sufrir un cambio debido a la aparición del petroglifo.

Repsol pidió en mayo de 2018 los permisos de obras a ambos Concellos y durante este tipo ha ido completando la tramitación administrativa necesaria. Antes había obtenido la autorización de la Consellería de Medio Ambiente, adonde la había enviado en 2015. A la vista del proceso en las administraciones públicas, la Autoridad Portuaria demoró hasta el año 2021 el inicio de la actividad de la empresa en punta Langosteira pese a que el convenio entre ambas partes, firmado en octubre del año 2013, fijaba el traslado desde el muelle interior coruñés para el año pasado. El retraso acumulado a día de hoy es, pues, de un año y, a falta de la licencia de A Coruña y del posible cambio del proyecto, puede que se alargue aún más.