Ni el lugar más tranquilo está libre de incidentes que puedan perturbar su habitual calma. La cafetería Habana, en la calle Torreiro, rompió el sábado por la noche su acostumbrada tranquilidad, resaltada ayer por sus clientes, por la intervención de la Policía Nacional, que tuvo que reducir a un hombre atrincherado durante casi una hora que causó destrozos en el local, lo que obligó a los agentes a hacer un disparo al aire con un arma de fuego antes de sacarlo a la calle. El detenido, que ayer pasó a disposición judicial, también agredió con una botella al propietario del establecimiento en la espalda antes de que llegasen los policías.

"Estuvo por la tarde tomando un vino. Volvió por la noche, lo invitaron a un chupito, se lo puse y le dije que me tenía que pagar el vino de antes. Dijo que sí, que ahora me lo pagaba. Salí a atender a una persona en la terraza y cuando entré el hombre estaba dentro de la barra. Quiero entrar para sacarlo y me golpeó con una botella en la espalda. Me caí y luego salí para llamar a la policía, y él empezó a romper todo, botellas, vasos...", contó el dueño de la cafetería, Enrique Castro, a la Televisión de Galicia.

El hostelero observó desde el exterior la intervención policial, que movilizó a tres vehículos y cinco agentes. El hombre, cada vez más nervioso en el interior, continuó haciendo destrozos y se negó a tirarse al suelo, como le pidieron varias veces los policías, recordó Castro. Los cinco efectivos accedieron al bar con equipamiento antidisturbios y uno de ellos, según fuentes policiales, efectuó un disparo en una pared para asustar al individuo. "Cuando dispararon él se tiró. Después lo redujeron entre cinco, lo esposaron y lo sacaron a la calle", añade el propietario. Dos agentes sufrieron lesiones leves.

Los clientes que ayer por la mañana tomaban un café en Habana (rebautizado como Nuevo Habana por su actual propietario desde hace unos meses), un local que lleva muchos años abierto en Torreiro, se mostraban sorprendidos por el incidente y comentaban entre sí que en el lugar nunca ha habido problemas como el que ocurrió en la noche del sábado, ni con el anterior dueño ni ahora.

Trabajadores y responsables de otros negocios hosteleros de la calle admitían el domingo que conocen al detenido, de 39 años y de nacionalidad senegalesa, porque también es cliente habitual de Habana y de otros locales de la zona, pero no le atribuyen actitudes violentas como la mostrada el día anterior. Aseguran que se muestra siempre tranquilo y suele pedir cerveza sin alcohol.

Un panel y un plástico tapaban ayer por la mañana el agujero en la cristalera de la puerta de acceso, a la que el detenido arrojó una botella cuando los policías se acercaban para entrar.