Carlos Saura es un apasionado de lo que hace. A sus 87 años, el cineasta disfruta del montaje de la ópera Don Giovanni. Un reto tras el éxito de Carmen. Y aunque no descarta continuar por este mundo, por encima de todo coloca el cine. Su gran amor. Y confiesa: "Tengo siete u ocho proyectos sin hacer".

Desde su llegada a A Coruña, ¿cómo ha evolucionado el montaje? ¿Suele tener las ideas claras?

Ideas traigo de casa, pero no todas. Me gusta mucho improvisar. Además, no conozco a los cantantes ni al director de orquesta. Estamos empezando a trabajar ahora. Tenemos casi un mes. Es una experiencia muy bonita. Yo ya tengo experiencia en otra ópera, Carmen, que la he hecho como seis veces a lo largo de mi vida, pero nunca he hecho Don Giovanni, solo en cine. Es un tema muy interesante, así que cuando me lo han ofrecido aquí, en A Coruña, he dicho inmediatamente que sí.

Una obra cuyo estreno en España fue en A Coruña en 1798, ¿conocía ese pasado?

De eso me enteré hace unos meses, que vine a A Coruña para ver los teatros y hablar con las personas que llevan este asunto. Don Giovanni es un tema delicado, pero es una obra musicalmente preciosa y con una trama que se desarrolla muy bien. Es una ópera bonita de dirigir.

¿Es un proyecto en el que ya había pensado?

Trabajé mucho la ópera cuando hice la película Io, Don Giovanni. Aproveché lo que me parecía oportuno con mucha más libertad porque el cine permite hacer más cosas. Aquí tienes una obra que está escrita, hay que respetar la música. En el cine hay más libertad.

¿Le cuesta alejarse de lo que hizo en el cine con Don Giovanni?

No. Al contrario, esa limitación me divierte. También pasa en el teatro. Acabo de dirigir una obra, El coronel no tiene quien le escriba, y es lo mismo. Es estupendo. Diriges de una forma tranquila. No como en el cine, que hoy estás aquí y mañana a 40 kilómetros. El cine exige un esfuerzo mucho más grande.

En la ópera puede parecer que la música tiene el protagonismo, ¿pero qué papel juega la escenografía?

Todo. Y todo funciona. Tiene que haber una armonía en todos los elementos, que es lo que es complicado. Que la música, los cantantes, la escenografía, la iluminación... Todo tiene un sentido de alguna manera y en eso es en lo que estamos trabajando. Buscando el mayor acuerdo posible entre todos los elementos.

Y el Don Juan sigue siendo un tema de actualidad, ¿cómo ve usted al personaje?

No me quiero meter en esas honduras porque yo no he escrito la obra. Esa es la ventaja. Solo soy un reproductor de algo que ya está escrito. Me limito a que tenga un valor visual y que la ópera se entienda lo máximo posible. De todos modos, la ventaja del Don Giovanni de Mozart es que al final es condenado al infierno por malvado. Así que algo se castiga y justifica un poco la obra.

Otro de sus éxitos es Carmen, ¿es muy diferente a esa ópera o quedan pinceladas?

Tienen una cierta relación. Es curioso que sean dos personajes mundialmente conocidos y que provengan de España. Aunque Carmen es un invento francés. Hay unos prototipos de series humanos en el mundo entero que en gran parte vienen de España. Lo cual es un milagro. Como Don Quijote, Sancho, Carmen y Don Juan. Es muy interesante. ¿Por qué eso no se sabe?

¿Se plantea continuar trabajando en ópera?

Hasta ahora he rechazado las posibilidades que tenía de hacer otras óperas. Yo no soy una persona que entienda mucho de ópera. Una de mis limitaciones es que no leo la música. Casi me tengo que aprender la obra de memoria para saber lo que estoy haciendo. Es muy apasionante desbrozar una ópera. Hasta ahora me han ofrecido más, incluso de directores importantes como Riccardo Muti. Lo he rechazado porque no me atrevía. Por ejemplo, Macbeth. No estaba preparado para hacerlo. Quizá hoy sí, pero entonces no. Solo estaba preparado para hacer Carmen porque ya había hecho la película y una obra de teatro. No era tan trabajoso hacerlo.

¿Se ha arrepentido alguna vez de decir que no a ciertos proyectos?

No, nunca me he arrepentido porque siempre estaba haciendo otras cosas. A veces he tenido que rechazar una cosa que me han ofrecido porque estaba haciendo una película que me interesaba más. Siempre pongo el cine por encima de todo, me parece que es un arte perfecto. Están todos los elementos que me gustan a mí, que son la escenografía, la fotografía, la interpretación y la historia. Está todo.

Ahora regresa tras casi una década al cine de ficción con El rey de todo el mundo, ¿por qué ha tardado tanto?

He estado haciendo otras cosas, incluso un par de películas musicales, Zonda y Jota. Sí que he tardado con el cine de ficción porque tenía el proyecto de Picasso y Guernica, que se ha ido retrasando por razones múltiples y no se ha hecho.

¿Y se hará?

Hay quien dice que se va a hacer todavía. Ya lo veremos.

Picasso también tiene su relación con A Coruña, quizá tenga que volver a la ciudad.

Sí. Aquí vivió su padre. De hecho, en el guión que tengo aparece A Coruña. Pero se centra sobre todo en cómo se hace el Guernica. A mí me gusta mucho ver cómo se hacen las cosas. Por ejemplo, ahora, aquí, cómo empieza a hacerse la ópera. Me apasiona ese proceso. Yo me pongo en el papel de los autores.

¿Para transmitirlo mejor al público?

Sí. Espero que lo entiendan. Y si no, me da igual.

¿La crítica ya no le importa?

No es que no me importe, porque es importante para que la obra tenga un recorrido. Desde el punto de vista personal, me preocupa menos. Siempre he hecho las cosas que me gustaban hacer y he puesto el mayor empeño en eso. Lo he hecho lo mejor que he sabido, pero una veces sale mejor y otras, peor. Es como la vida. Nunca aciertas en todo.

¿Todavía tiene proyectos guardados que le gustaría hacer?

Tengo entre siete y ocho proyectos sin hacer. Es que en España no es tan fácil hacer las cosas. Incluso para mí. Me dicen "para ti debe ser todo facilísimo". Pues no. Hay temas que no he conseguido poner en marcha. Pero siempre tengo proyectos pendientes. Ahora, quizá por mi edad, me estoy dedicando a hacer películas más tranquilas, en estudio si puede ser, u obras de teatro. No quiero presumir de cosas que tengo que hacer porque luego no se hacen, pero el año que viene ya tengo firmado hacer en México una versión de El gran teatro del mundo de Calderón, y un musical en Colombia.

¿Tiene una conexión especial con Sudamérica?

Sí, me encanta. Desde que llegué la primera vez a Argentina, he ido un montón de veces. También a México y en Costa Rica.

¿Se trata diferente la cultura allí?

No, lo que te es muy bonito de Latinoamérica es que te encuentras como en casa. Tener el mismo idioma te facilita mucho y la gente es muy cordial. Ahora en México ha sido una maravilla trabajar. Me he encontrado muy bien siempre allí.