Eva Fernández lleva tres años, en su labor de corresponsal de la Cadena COPE en el Vaticano, siguiendo los pasos del Papa Francisco en todos sus viajes. La presentación de su última obra, El Papa de la ternura, que recoge una serie de gestos y anécdotas del Pontífice que más han impactado a la periodista, se celebrará este viernes a las 19.00 horas en la Librería Salesiana.

Lleva tres años siguiendo al Papa allá donde va. ¿Se llega a construir cierta familiaridad con el Pontífice?

Sí, porque el Papa es muy cariñoso, está en los detalles. El Papa tiene amigos a los que trata como se debe tratar a los amigos. Yo soy una periodista que sigue al Papa, no soy de sus amigos, pero para él no somos desconocidos. A mí me llama la atención su coherencia, vive lo que predica. Lo que a él realmente le importa es si estás preocupada porque tu padre está enfermo. El Papa pregunta por estos asuntos, es muy cercano, le importan las personas.

¿Por qué escoger la ternura como catalizador del libro?

Porque cuando llegas a Roma y comienzas a mirar a diario al Papa, te das cuenta de que tiene un imán para conectar con las personas. En sus encuentros, dedica más tiempo a saludar, abrazar y escuchar a las personas que a sus propias palabras. Es como que el Papa conoce el secreto para cambiar los corazones. Esa llave es la ternura. Son gestos que forman parte de esta faceta más íntima del Papa, que escapan a las crónicas de prensa. Te quedas impactada pero apenas te da tiempo a transmitirlo.

Desde que salió su nombre, Bergoglio atrajo la atención mediática de inmediato. ¿Por qué ocurre esto desde el principio?

Esa es una de las cosas que al Papa menos le gusta. Siempre habla con gran cariño de sus predecesores. Al Papa emérito le guarda auténtica veneración. Los medios fuimos los primeros que descubrimos un Papa muy cercano, y planteamos como que había una ruptura y una distancia entre él y su predecesor. Era un Papa argentino, que sucedía a Ratzinger, que es alemán, gran teólogo. Son personalidades totalmente diferentes, lo que demuestra la frescura de la Iglesia. A veces creo que se intenta, en lugar de subrayar la continuidad entre ambos, destacar una oposición que realmente no hay.

¿Qué es, en esencia, lo que lo diferencia de sus predecesores?

El Papa Francisco llama la atención por su estilo, su espontaneidad, su apertura. Él siempre dice que prefiere equivocarse antes que quedarse callado. Por eso suscita tanto cariño como oposición. Su secreto es que es un gran comunicador, porque escucha muchísimo. Utiliza un lenguaje muy sencillo. Se nota su formación jesuita. Mira a los ojos en vez de mirar a los papeles. Comunica a través de los gestos. Doctrinalmente no hay nada nuevo ni diferente que no hayan dicho los demás.

Francisco usa Twitter, llama por teléfono personalmente y escribe cartas, como la que da inicio a su libro. La apuesta por la comunicación es evidente.

Sí, está claro. Lo utiliza como un instrumento para llegar a las personas a las que él no puede llegar. Cuando estaba en Buenos Aires, ya era un cura muy callejero, iba en metro y en autobús. Me imagino al Papa sentado en su habitación, con una lista de personas a las que no conoce pero quiere llamar.

Cada capítulo de El Papa de la ternura es una anécdota. ¿Eligió esta estructura como prueba de que Francisco es el Papa de los gestos?

Sí, realmente quería ponerme en la posición de las personas que no tienen la fortuna de seguir al Papa, y transmitir los gestos que a mí me impactaron. También hablé con los protagonistas sobre sus propias experiencias. Francisco no habla de las bienaventuranzas, sino que las practica en público. La gente a la que el Papa le dedica estos gestos tiene la impresión de que les ha dedicado todo el tiempo del mundo.

De todos los gestos, ¿cuál es el que define mejor la personalidad de Francisco?

Sería un compendio de todos. Es difícil escoger una. El Papa lo que hace con esto es pensar en lo que habría hecho Jesucristo, señalar al Evangelio. Cuando he visto al Papa más apenado y conmovido, ha sido con la crisis de los abusos sexuales a menores dentro de la Iglesia. Le ha saltado esta crisis en las manos.

¿Es injusto que sea el Papa Francisco el que haya tenido que dar la cara por los abusos?

Sí, le ha tocado, pero claro, es el Papa. He perdido la cuenta de todas las veces que ha pedido perdón por los abusos. Ha asumido la responsabilidad, un gesto que va a formar parte de la historia de este pontificado. El Papa se da cuenta de que lo que está haciendo en este papado va a trascender, es una tarea que seguirán los que vengan después. Lo que más le ha dolido al Papa es que haya habido obispos encubridores. Ya ha dejado claro que es algo que no debe volver a ocurrir jamás.

¿Es este el legado del papado de Francisco?

Forma parte de su legado porque le ha tocado, pero si hablamos de legado creo que lo que marcará historia será el esfuerzo que está haciendo en el diálogo interreligioso, de unión de los cristianos a nivel ecuménico, de avances con la iglesia ortodoxa. Francisco ha promovido encuentros para tender puentes y trabajar en asuntos conjuntos. Creo que sí, que aunque al Papa le haya tocado vivir y gestionar la crisis de los abusos, será reconocido por su avance ecuménico e interreligioso.