Una urbanización de chalés a la entrada de A Coruña, al pie de la avenida de A Pasaxe, pudo haber sido la única obra en la ciudad de Antonio Palacios, el gran arquitecto gallego y uno de los principales de España a comienzos del siglo XX, aunque de aquel proyecto que comprendía la construcción de 33 viviendas tan solo llegaron a realizarse cuatro y su autor ni siquiera se molestó en asistir a la inauguración.

"Los estudiosos de Palacios, al hacer el repaso extenso de su obra, segregaron „quizás él mismo lo hizo„ de ella la coruñesa, como si nunca hubiera existido", comenta José Carlos Alonso sobre esta iniciativa inmobiliaria, cuyo rastro ha conseguido encontrar en el Archivo Municipal de A Coruña. A pesar de que los planos, fechados en 1925, aparecen firmados por Palacios, Alonso considera que "no hay duda" que son de su autoría, puesto que se corresponden con el lugar y la época en la que se gestó esta iniciativa.

Alonso destaca que Antonio Garrido Moreno, profesor de Historia del Arte en la Universidade de Santiago, ya admitió en su tesis doctoral la existencia de obra de Palacios en A Coruña, aunque considera que el hecho de que ese trabajo no haya sido publicado favorece que perviva la idea de que el afamado arquitecto nunca trabajó en esta ciudad.

Palacios bautizó su proyecto como Aldea Gallega con la intención de reflejar un estilo "regionalista", aunque para Alonso esto en realidad significa "neorrománico en cantería vista, incluso tratada esta con cierto brutalismo para diferenciarlo del producto moderno industrializado y perfectamente regularizado".

La primera referencia a esta actuación aparece en Faro de Vigo el 10 de agosto de 1923 cuando publica un extenso artículo sobre su propuesta de ensanche para Vilagarcía de Arousa en el que menciona que pretende crear un grupo de chalés en los terrenos que el famoso médico Ángel Durán poseía junto a la carretera de A Pasaxe. En el mismo texto, Palacios sentencia: "Y cada vez me afirmo más en que el engrandecimiento de nuestra patria gallega solo se logrará al agigantarse sus tres grandes ciudades del litoral: Vigo, La Coruña y Arosa".

Esta referencia periodística es la única mención a la obra coruñesa de Palacios que aparece en el catálogo de la exposición antológica Antonio Palacios, constructor de Madrid, que se realizó en el año 2001 y en la que no figura ninguno de los planos ahora rescatados por Alonso.

"A mi entender, Antonio Palacios sufrió un gran desengaño con nuestra ciudad. Le gustaron nuestros intelectuales allá por los años de 1917 a 1923, pero luego se topó con la dura realidad de la Galicia norteña", opina Alonso, para quien A Coruña era entonces "un lugar rendido al cascajo, mientras que en O Porriño y Vigo se trabajaba con magníficos sillares de granito". A esto suma que en la ciudad viguesa "la codicia de las grandes familias terratenientes a la hora de especular con el suelo era menor que en A Coruña", por lo que considera que a la hora de materializar el proyecto de Aldea Gallega "los castillos en el aire se le desmoronaron".

Esto le llevaría a dar a la urbanización un diseño diferente del original buscando acercarse a los gustos de la burguesía coruñesa de la época, por lo que lo aproxima al de los cottages ingleses, que entendió como "más vendibles", según explica Alonso. Este cambio de planes sería el que habría motivado que el arquitecto se desentendiera posteriormente de esta obra y que solo la mencionara al final de su carrera profesional cuando intentó obtener la plaza de profesor en la Escuela de Arquitectura de Madrid, lo que en aquel tiempo se consideraba un gran honor, por lo que la hizo constar en su currículum.

Los cuatro chalés levantados por Palacios en la zona de Casablanca cayeron en el olvido, seguramente porque aquella parte del municipio quedaba en el extrarradio en los años veinte. Uno de ellos fue habitado durante la Guerra Civil por la familia Pujalte, uno de cuyos hijos, José María, llegó a ser gerente de la Universidade da Coruña, y recordaba que su estancia en aquella vivienda había sido su primer contacto con el campo.

La casa permaneció junto a la avenida de A Pasaxe durante décadas, hasta que la construcción de la AC-10 „la carretera que comunica esta zona de la ciudad con la avenida de Alfonso Molina a través del túnel de Eirís„ obligó a derribarla.

Esto hizo desaparecer el último vestigio del legado coruñés de Antonio Palacios, aunque del mismo queda un curioso detalle. Solo unos metros más arriba en la ladera del monte en cuya cima se alza el Hospital Universitario se encuentra un chalé con varias décadas de antigüedad en cuya fachada figura un nombre escrito con letras metálicas: Aldea Gallega. No se trata de una de las construcciones del arquitecto de O Porriño, sino que el lugar donde iba a asentarse su urbanización sobre terrenos del médico Durán acabó figurando en los registros con ese nombre y quienes levantaron la casa posteriormente optaron por colocar esa denominación en la fachada.

Incluso este nombre dio lugar posteriormente a una curiosa anécdota, puesto que alguien envió una carta a la ciudad con la única dirección de "Aldea Gallega. La Coruña". Los carteros se devanaron los sesos durante días tratando de averiguar el destino de ese envío, ya que en Correos no figuraba ningún lugar de la provincia que tuviera esa denominación. Finalmente, uno de los funcionarios recordó el letrero que figuraba en la casa próxima a As Xubias de Arriba y la llevó allí, donde confirmó que ese era al lugar al que pretendía llegar.