"Según la hora a la que visites el lugar, cambia la tonalidad, brilla de diferente manera. Los materiales interactúan con la luz, cambian el color y generan eso que el autor llamaba rugosidades, con la temperatura y el sonido de los materiales", cuenta la química y divulgadora Déborah García Bello sobre el Mural da Canteira, obra ubicada en la avenida de Arteixo. García analiza la selección de materiales de la obra como una muestra de que "la intuición artística" del creador, Leopoldo Nóvoa, "tiene correspondencia científica" en cuanto a "la temperatura" o "el sonido", análisis que plasma en el artículo titulado El mural de la cantera: arquitectura, ciencia y arte contra el calentamiento global, realizado junto al investigador postdoctoral de la Universidade da Coruña y de la Universidade de Cambridge Juan Manuel Bermúdez.

La sensación de frío o calidez que nos transmiten determinados materiales se corresponde con los comportamientos térmicos, con cuánto calor acumulan o cómo de bien lo conducen, afirma la química. En la obra de avenida de Arteixo, lo comprobaron con una cámara térmica. La temperatura o el sonido de los materiales se plasma en su propia composición. "Materiales como la porcelana evocan la sensación de frío y del sonido que tendría si le tocásemos con una uña o se cayese y rompiese, que sería un sonido agudo, mientras que otros como el yeso dan sensación de un sonido más tosco, y eso se corresponde con la ciencia: la porcelana o el cristal, a nivel químico, tienen los átomos más ordenados; los materiales de sonido más basto, más desordenados".

Nóvoa creó el Mural da Canteira por "intuición" pero no solamente eso, señala la química. "Tenía un profundo conocimiento de los materiales que utilizaba y los utilizaba con un criterio de significado y con conocimiento plástico, estético. Deliberadamente hizo un muro con correspondencia con la caída del muro de Berlín. Es una obra totalmente deliberada, el cómo estos materiales interactúan con la luz, cambian el color y generan eso que él llamaba rugosidades", explica.

"Lo que me interesa es precisamente la unión entre diferentes formas de conocimiento", asegura García y afirma que "es difícil encontrar grupos de trabajo multidisciplinares en ámbitos como el arte o la arquitectura". "Cuando juntas todas estas formas de conocimiento pueden salir ideas de este tipo. Al artista no se le ocurriría, al científico de materiales tampoco... y son cosas que se están utilizando", señala. Precisa que en arquitectura "ya se utilizan materiales concretos por temas de temperatura, calentamiento global o que la cada se mantenga más fría o más caliente para llegar a cosas mejores desde todos los puntos de vista". "La conclusión es animar a la interacción entre las diferentes formas de conocimiento", resume. En su caso, la colaboración con Bermúdez para la elaboración del artículo sobre el Muro da Canteira surgió porque los presentó la directora de tesis de él.

García cita célebres ejemplos de lo fructífera que resulta la colaboración entre artistas y científicos, tras centrar su tesis doctoral en la relación entre el arte contemporáneo y la ciencia. "Yo me baso en los materiales que utilizan los artistas y el sentido con que los utilizan. ¿Por qué Chillida utiliza el hormigón en su Elogio al horizonte? La obra es totalmente distinta a si la hubiera hecho de madera o de bronce. La selección de materiales en el arte, sobre todo en el contemporáneo, es deliberada". Preguntada por el motivo de la elección de Chillida, la investigadora explica que el artista, en esa obra, "elogia el horizonte desde diferentes puntos de vista o significados de lo que es".

"Es una escultura que permite adentrarse en ella y ver el horizonte clásico, de cielo y mar, o el propio material que escogió, el hormigón, es en sí mismo un horizonte. En Filosofía se habla de naturaleza y hombre como si no fuera lo mismo, y el hormigón es la piedra creada por el hombre y según la dimensión del hombre, mientras que las naturales tarda siglos en formarse, se escapa a la escala humana", detalla. "Además, emplea un hormigón muy concreto, aluminoso, que con el tiempo y el desgaste revela de que está hecho, la grava, y tiene un color terroso, el que quería Chillida, para revelar que viene de la tierra", cuenta.

Otro elemento icónico del arte nació en un laboratorio. "El conocido azul Klein viene de Yves Klein, que lo tiene registrado. Lo estuve investigando hasta obtener la receta. Es uno de los primeros azules que se usaron en arte, el ultramar clásico, solo que con otros componentes. En vez de usar lapislázuli, trabajó con un químico para hacer la síntesis y obtener esa pintura mate tan intensa".