La suya es de las pocas cafeterías, sino la única, del centro de A Coruña que todavía conserva manteles en las mesas de su terraza. Con esta descripción, muchos ya pueden adivinar que se trata del bar Sheraton, emplazado en plena Marina coruñesa. Su propietaria, Dolores Vázquez, lo regenta desde el año 1976. Ella, aunque natural de Carballo, se dice y siente coruñesa.

La asociación de hosteleros la señala como una de las más veteranas del sector en la ciudad. Son más de 40 años tras el mostrador del emblemático local, que no ha perdido su esencia tradicional a lo largo de los años. Antes era el Minerva, pero de eso pocos se acuerdan ya que parece que el rótulo de Sheraton siempre ha estado ahí. "Me gusta estar aquí, hablar con la gente. Ya no me va gustando trabajar tantas horas, pero bueno, por ahora vamos tirando", explica la gerente. Cuatro décadas de hostelera dan para mucho, casi para todo. También para aprender algunos trucos. Uno de los distintivos más característicos del Sheraton, y lo sabrán bien los aficionados al café, es la forma en la que Dolores Vázquez acostumbra a servir esta bebida si se pide con hielo, ya que este se coloca aparte en una pequeña cubitera para que sea el cliente el que se sirva a su gusto.

No es una decisión estética ni mucho menos, sino práctica. "Lo hago siempre así, porque si no lo hago, la gente, al volcar el café en el vaso con hielo, me pone los manteles perdidos. Así también me ahorro un servicio", apunta Dolores Vázquez. Otro de los puntos fuertes del local es la fama de su tortilla, "aunque está mal que yo lo diga". Como suele pasar en muchos de los establecimientos de toda la vida que todavía resisten al cierre, la clientela está más que fidelizada.

"Muchos llevan viniendo desde que abrimos la casa". ¿Y en cuanto a los planes de futuro? "Por ahora estoy bien aquí. No me gusta estar en casa. Cuando me jubile, ya veremos. Si puedo viajar, será en invierno, buscando el sol", esgrime ella. Por lo pronto, no entra en sus planes. El Sheraton no es el único negocio de su propiedad, ya que en su localidad natal, Carballo, la hostelera posee dos gasolineras. "En Carballo tengo a mi gente, pero yo soy de A Coruña", zanja. Dolores Vázquez lo tiene claro, cuando toque jubilarse, lo hará en A Coruña. Por ahora, seguiremos viendo lucir los manteles en su gran terraza.