La coincidencia de las conclusiones del médico forense y la psicóloga del Imelga que examinaron la salud mental del hombre que mató a un usuario del albergue de Padre Rubinos en enero de 2018 con las del psiquiatra del Sergas que lo evaluó hace dos meses conducen la repetición del juicio que se celebra en la Audiencia Provincial a un desenlace muy parecido al del proceso inicial, anulado por el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia por indefensión del acusado. El psiquiatra que declaró ayer admitió que está de acuerdo con los informes médicos y psicológicos realizados anteriormente a J.M.L.C. por los profesionales del Imelga, que descartan que el procesado padezca una esquizofrenia que le impedía ser consciente de sus actos el día en que mató con una puñalada a un hombre que, como él, era usuario de Padre Rubinos delante de la propia institución social.

La Audiencia condenó a finales de 2018 al acusado por un delito de asesinato con alevosía a una pena de 15 años de cárcel y siete de libertad vigilada. Su defensa apeló apoyada en la inexistencia de un informe psiquiátrico del Sergas y el Superior le dio la razón y anuló el juicio. El nuevo proceso incorporó ayer el testimonio del profesional que realizó el análisis reciente a J.M.L.C.. Al igual que el médico forense y la psicóloga responsables de los informes previos, el psiquiatra concluye que el acusado sufre una "afectación leve de las funciones psíquicas" y un "trastorno de la personalidad mixto".

Con este diagnóstico, en el que, según los expertos, intervienen los "rasgos disociales" del examinado, el "consumo prolongado de alcohol y drogas" y episodios de ansiedad y depresión, no es posible que el hombre fuese víctima de un ataque de esquizofrenia en el momento de matar al usuario de Padre Rubinos, sino que tenía pleno conocimiento de lo que hacía.

El psiquiatra, a preguntas del abogado defensor, contó que el acusado se mostró "tranquilo" y "colaborador" cuando lo examinó, si bien ofreció "un discurso aprendido" y demostró tendencia a "exagerar sus síntomas" y un carácter "suspicaz" con la paranoia de advertir "intereses maliciosos en los demás".

La defensa incidió en que el acusado lleva un año y medio en la cárcel sometido a un control más estricto de su tratamiento médico, por lo que su estado ha mejorado con respecto al día en que mató a Sebastián Míguez Chaves, de 43 años, tras un encuentro y una breve conversación con él ante Padre Rubinos. Aquel día J.M.L.C. había acudido al albergue a recoger una documentación tras haber sido expulsado días antes de la institución por mal comportamiento, pero no se le entregó. Poco después, asestó una puñalada mortal a su víctima en el corazón y se marchó del lugar, hasta que fue encontrado por la Policía Nacional horas después.

El hombre declaró en el primer juicio que no recordaba los hechos y atribuyó el ataque a un "arrebato" causado por una esquizofrenia paranoide que dice padecer; añadió que aquel día había bebido una cerveza en la que le echaron "unas pastillas amarillas" y consumido dos porros. El acusado se negó a declarar en la repetición del proceso.

Su abogado, en varios intentos por presentar como grave la situación del defendido cuando cometió los hechos juzgados, planteó al médico forense, a la psicóloga y al psiquiatra preguntas abstractas sobre situaciones hipotéticas y cuestionó que J.M.L.C. fuera consciente de sus acciones.

Asesinato u homicidio

La Fiscalía y la defensa expusieron ayer las conclusiones del caso, sobre el que hoy emitirá veredicto el jurado popular, antes de que la Audiencia Provincial dicte nueva sentencia. El fiscal solicita, como en el primer juicio, una pena de 17 años de prisión y ocho de libertad vigilada por un delito de asesinato, además de indemnizaciones para los familiares del fallecido. El letrado defensor insiste en que el acusado cometió un homicidio y no tuvo intención de asesinar con alevosía a la víctima, por lo que pedirá que sea absuelto y se le someta a tratamiento psiquiátrico.