Matogrande empezó a levantarse en 1994, pero no fue hasta hace un año y medio cuando Antonio Fernández y su pareja se fijaron en el barrio. "Conocíamos la zona de ir a tomar algo y nos convenció porque lo tiene todo, es como una mini ciudad", explica el joven. Aunque él había vivido en Os Rosales, su novia, Mónica Carballo, se movía por el Barrio de las Flores. De ahí que les quedase cerca Matogrande. "La verdad es que no lo dudamos. Hay autobuses y buena comunicación en el centro y nos queda muy bien para entrar y salir de la ciudad. Además, está cerca de nuestros trabajos", detalla. Antonio Fernández asegura que hay "mucha gente joven", lo que le da otra vida al barrio. "Siempre hay gente en la calle y es una zona muy cómoda. Te puedes encontrar gente saliendo del gimnasio, yendo a la compra, tomando algo o en el colegio para ir a buscar a los niños", enumera. Aunque no tiene hijos, reconoce "que faltan parques" para disfrutar entre zonas verdes y columpios. "También hay muchos coches. Quizá eso es lo que cambiaría. Que pusiesen zonas peatonales", propone. Antonio trabaja en casa, con su empresa de software Yoloveo. Se lanzó a crearla hace un año, ya asentado en Matogrande. "Esa fue otra de las razones porque creo que aquí hay potenciales clientes", reconoce. Aunque al trabajar en su piso, nota el exceso de contaminación acústica. "Escuchas los coches, los cláxons... Eso debería reducirse", reflexiona. Tanto Antonio como su pareja tienen "buena relación con los vecinos", lo que les ha permitido adaptarse de manera muy rápida. "Estamos muy contentos. Notamos que hay mucha interacción entre todos los vecinos", concluye.