El Ayuntamiento solicitó el pasado mes de junio a la Dirección Xeral de Patrimonio que aumentase la protección de las murallas defensivas de la ciudad tras la declaración de monumento histórico-artístico de varias partes de la estructura en 1944. Tras 75 años desde esta concesión, el arqueólogo municipal, Marco Antonio Rivas, considera que es necesaria la "protección, conservación, valorización y transmisión a las generaciones futuras" de los restos del baluarte en la línea de costa coruñesa: desde Puerta Real hasta la actual calle Veramar, incluyendo tramos en las calles Príncipe, Santo Domingo y San Carlos y su recorrido por Campo da Estrada.

El informe, presentado por el anterior Gobierno de Marea, advierte de que los "instrumentos" de protección que se han desarrollado en las últimas décadas han resultado "ineficaces" para conseguir la "valorización, fomento y difusión" de estos bienes y apunta que desde mitad del siglo XIX hasta las primeras décadas del siglo XXI sufrió "un constante proceso de demolición" que casi hizo, añade, "imposible su transmisión a generaciones futuras". Las normas urbanísticas que derivaron de la disposición, explicaron desde el Gobierno local, "no incidieron en la importancia de su uso como una herramienta de cohesión social y desarrollo sostenible y su consiguiente reflejo en el planeamiento".

Entre algunas de las posibles situaciones que el Concello pretende evitar, el informe enumera algunas situaciones que permiten los planes urbanísticos y que el técnico consideran peligrosas. Entre ellas, apunta a la edificación en la zona de Campo da Estrada "en un parcelario que no está adaptado a la valorización de los restos", en referencia a los terrenos del Ministerio de Defensa donde el Plan Especial de Protección y Reforma Interior (Pepri) contempla urbanización de edificios residenciales.

Sobre algunos restos ya desaparecidos, el arqueólogo destaca en la misma zona aquellas partes del baluarte que se demolieron para construir el aparcamiento subterráneo o el cierre del complejo deportivo de La Solana que, dice, "impide percibir en adecuadas condiciones el alzado del murallón de O Parrote". También critica que el "tránsito rodado" en el paseo Alcalde Francisco Vázquez "no facilita la percepción de la Ciudad Vieja como una ciudad costera amurallada".

El informe, que contiene una exposición detallada de los bienes a proteger y de su historia, considera "insuficiente" la declaración de 1944 en diversos aspectos: por no incluir la "totalidad" de los restos de muralla de los siglos XVI, XVII y XVIII, la categoría de los sí incluidos en el listado o por el número de partes integrantes del mismo. Las actividades arqueológicas de las últimas dos décadas, añade el técnico, constataron "la existencia casi completa de una línea de muralla que protegida la Ciudad Vieja" y que recorría el tramo desde Puerta Real hasta la actual calle Veramar. La mayor parte de este tramo, rememora el texto, se encuentra en suelo público y no es de tipo residencial, por lo que reúne las "condiciones necesarias" para poder protegerlas como patrimonio de la ciudad.

Con la enumeración de los casos de destrucción o peligro del baluarte defensivo de la ciudad, el experto funcionario municipal explica que la petición a Patrimonio pretende "minimizar el impacto por el desarrollo urbanístico de los últimos 160 años", desde que se permitiera, por una real orden de Isabel II, que se destruyera la muralla por "inutilidad", ya que estaban "abandonadas", y por la "inseguridad" que mostraban, por el posible ocultamiento de delincuentes, así como el impedimento que suponía para que la ciudad se extendieran con regularidad por el resto del territorio municipal.